Texto y fotos: Eduardo Tébar
Corcobado: "Siempre intento cantar embadurnado de poesía"
Las de Javier Corcobado son palabras mayores. A la vanguardia musical y poética desde los seminales 429 Engaños en plena movida madrileña, y pasando por el desquicio de Mar Otra Vez, este amante de "la belleza y el ruido" vive una segunda juventud estos días. Acaba de reunir toda su poesía en el libro antológico 'Yo quisiera ser un perro', viene de representar la obra de teatro 'Agrio beso' -un musical inspirado en sus temas- y además estrena el recopilatorio 'Canciones insolubles (1989-2006)'.
- Usted mismo ha seleccionado estas 'Canciones insolubles (1989-2006)', que abarcan su carrera en solitario. ¿Cómo se plantea la criba de su propio cancionero?
- He intentado elegir las que yo creo que son mis mejores canciones, así de simple. Pero en la edición española ha quedado fuera un segundo disco que contenía las canciones de más larga duración y de carácter más, digamos, arriesgado, como 'El corazón de tu cabeza', 'Ladrada del afilador', 'Extermínense', 'Muere-mata'... La compañía que lo distribuye, Dro, no quiso editar un disco doble. En México sí saldrá al completo con la disquera Intolerancia.
- Rock ruidista, boleros, baladas, poesía declamada, pop clásico... ¿Con cuál de sus facetas está más satisfecho?
- Todo es lo mismo: el escenario... Hasta escribir novela es el escenario para mí. En realidad, lo que más me gusta es tocar mis canciones con toda mi banda al completo; me encanta sentirme bien orquestado. Los recitales de poemas también me resultan muy excitantes, así como ciertos conciertos acústicos en los que me acompaña un sólo músico. Pronto empezaremos a actuar por España, Venezuela y México con estos formatos. He de apuntar aquí que ha habido dos nuevas incorporaciones en mi banda: Juan Tijeras a la guitarra eléctrica, y Susana Cáncer al piano.
- Susana Cáncer afirma que en una canción se puede decir lo que se calla en la vida. ¿Usted deja algo para el diván?
- Es muy bonita esa declaración de Susana, como su actitud ante la música. Últimamente procuro decir las mismas cosas cantando que hablando o escribiendo, y me callo lo que es mío y de nadie más. Lo que sí intento es cantar embadurnado de poesía. Hasta es bueno inventar secretos para alimentar la fantasía.
- Cuando le llaman maldito, usted responde que sólo pretende emocionar...
- Soy lo que llaman un crooner, y lo soy desde niño. Siempre he admirado mucho a Frank Sinatra, Scott Walker, Nino Bravo, Leonardo Favio, Jacques Brel o Sandro. Me fascina la figura de un hombre o una mujer con las manos libres ante un micrófono y con una buena orquesta detrás. También me cautiva la generación de sonidos poco habituales o ruido. Estas dos vertientes definen mi música.
- ¿Y tanta tristeza resulta productiva para la creación?
- En realidad no. Hay una cierta etapa en la vida en que uno aprovecha la tristeza, la ansiedad, el caos, el horror y la desilusión para crear, pero al cabo del tiempo uno se da cuenta de que el mejor lugar para hacerlo es la sobriedad. Lo más importante es recordar sensaciones y hablar de ellas desde la calma, aunque ésta, para algunos como yo, es difícil de conseguir. Puedo decir que llevo años aprendiendo qué es la paciencia y la serenidad. El amor me ha ayudado mucho en este sentido. Sigo hablando de tristeza y ansiedad en mis canciones, pero también de plenitud y, casi siempre, de amor.
- ¿Se ve igual de solo en el panorama nacional que cuando empezó?
- Sí, la verdad; no me siento actualmente afín a casi ningún grupo o artista. Ciertamente vivo aislado de la escena moderna, pero hay músicos y personas que están cerca de mí que me hacen sentirme acompañado.
- ¿Qué le ha dado la música?
- Un espacio-tiempo para vivir, y casi para morir. La música es una enfermedad muy brillante y llena de aventuras. Vivo gracias a ella y le doy todo lo que puedo en agradecimiento, pero también me ha hecho pasar por épocas muy amargas. Creo que mi relación con la música ahora es muy amable e intensa. De momento estoy metido hasta el cuello en ella: estoy acabando de componer mi próximo disco, que grabaré en México en septiembre con Gerry Rosado.
- Entonces, las canciones son su salvación...
- Supongo que me ha evitado vivir una vida distinta, mucho más aburrida, esa vida que envejece tanto, pero quizás más segura y con menos sobresaltos y cambios de domicilio. Se puede decir que llevo toda la vida cantando y hoy me siento como un niño. No me importa nada lo que me haya arrebatado esta señora.
- Usted, que alguna vez firmó como 'editor de sueños' en su tarjeta, ¿soportaría haberse dedicado a otra cosa en la vida?
- Seguro que no. A estas alturas asumo que sólo podría haber hecho lo que he hecho: cantar y escribir. Cuando deje de cantar me dedicaré únicamente a escribir y a amar. Ya me gustaría a mí ser un editor de sueños o de deseos... Quizás cuando cumpla 80 años.
- ¿Se arrepiente de algo?
- Cuando uno está feliz no se arrepiente de nada, pero cuando uno duda de sí mismo todo son errores y arrepentimientos. Acepto la vida tal como viene, aunque a veces puedo enojarme mucho.
- Cuando declara que quisiera ser un perro, ¿es porque está cansado del ser humano?
- Me asquea el comportamiento humano, su hipocresía, sus actitudes políticas, culturales, sociales, sus envidias y sus terrores, su falta de amor y su debilidad ante el dios del dinero. Sin embargo, tengo un sentimiento de piedad hacia ellos y sin ellos no sé qué sería de mí. Por cierto, al final conseguí llegar a ser un perro.
- ¿Sigue practicando el escapismo?
- Siempre he tenido ese impulso ansioso de escapar. Ahora lo contengo bastante. He batido un récord: llevo seis años viviendo en el mismo sitio. Pero sigo practicándolo, procuro huir de la vulgaridad, del mal gusto, de la fealdad y de las multitudes. Prefiero pasar desapercibido. Sólo me gusta que me vean, más bien que me escuchen, en el escenario, ese lugar divino, sagrado e infernal tan magnético y despiadado.
- En los últimos meses ha girado por Latinoamérica, ha publicado toda su poesía y hasta se embarca en la adaptación teatral de su 'Agrio beso'. ¿Anda bien de fuerzas?
- Me siento con mucha fuerza. Sólo necesito que las cosas vayan bien para poder conseguir el tiempo, la serenidad y el dinero necesarios para acabar mi próxima novela. Lo de los espectáculos lo llevo mejor que nunca. Extrañamente, tengo la voz entera y considero que estoy aprendiendo a utilizarla cada vez mejor. También voy persiguiendo hacer buenas canciones que perduren, que sean insolubles. Me encuentro de puta madre.
- Quevedo sostenía que si es amarga la verdad hay que echarla de la boca. ¿A qué se debe su incontinencia creativa?
- No considero que tenga incontinencia creativa. Es mi trabajo y lo hago para vivir. Es más, pienso que me falta tiempo para crear: tengo muchos proyectos guardados que no he podido sacar a la luz por falta de medios o de tiempo. Espero poder ofrecer muchas más obras, y mejores, en el futuro... Y esa frase de Quevedo es magnífica.
- Usted compone en el desierto almeriense desde hace años. ¿Lo prefiere al "coño del mar"?
- La canción en la que estoy enredado ahora mismo se llama precisamente así, 'En el coño del mar'. En estos últimos dos meses estoy más en el coño del mar que en el desierto...
- Y eso de acabar una canción, ¿es como el orgasmo de las olas?
- Sí, un poco... Ahora trato de tardar mucho en acabar una canción para que ese orgasmo oceánico sea más largo.
- Cuenta un poeta granadino que esta sociedad necesita construir sus metáforas. ¿Usted qué piensa de la identidad cultural de las ciudades?
- Me parece que está en estrecha relación con las corrientes políticas que lleven las riendas de cada urbe, unas más afortunadas que otras. Soy ateo... en el sentido político-cultural. La cultura ha de ser algo muy personal. El individuo debería ilustrarse por sí mismo y no depender de lo que le echen los políticos. Defiendo a todos aquellos y aquellas que se saben nutrir culturalmente por sí mismos. Las ciudades cada día me interesan menos, así como cualquier congregación de seres humanos. Sin embargo, a pesar de todo, creo y tengo fe en las personas por separado.
- El candidato de la oposición prometía abolir el canon digital mientras manifestaba su preocupación por los artistas que no llegan a fin de mes. ¿Qué le sugiere esa imagen desde el punto de vista literario?
- Algo tan prosaico y tan falto de belleza sólo me puede sugerir algo escatológico...
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