MARTÍN SÁNCHEZ
"Demo"
Autoeditada
(2005)
Texto: Dani Illana
Martín es un enamorado de la música; y además es de los pocos afortunados que viven en un amor correspondido, ya que la música también lo ha elegido a él para ser portador de sus mejores melodías. Poseedor de inconstantes momentos de magia con brillo intenso, quasicegador; este joven, incapaz de tomarse en serio a sí mismo como músico y a sus deliciosas composiciones, tiene una varita con la que rasga melancólicamente su Fender sin saber que, al otro lado, la inspiración le responde.
Desde muy pronto su genio se vio aparecer, siendo el enésimo y último rythm guitar de los desaparecidos Columbia, pronto se apreció que aportaba mucho más como compositor y en la improvisación de riffs sorprendentes que como músico. De forma que decidió dar rienda suelta a su genio en formaciones construidas a su imagen y semejanza; primero los efímeros Arelepop, dos conciertos y poco bagaje; y después Vetadine, con los que ha experimentado hasta conseguir un directo divertido y salvaje, eso sí, sin grandes alardes.
Aún así de nuevo el corsé de una banda de rock se le volvió a quedar estrecho, y mientras mantiene en stand by el proyecto Vetadine, ha decidido ponerse manos a la obra y tomar la responsabilidad de sus canciones. Su nueva grabación, fruto de varios días de trabajo intenso, demuestra más matices, más colores, más posibilidades y más capacidades que la anterior demo con Vetadine (repartida durante sus actuaciones.) Estos nuevos cinco temas, que con el “Angelito a lunares” rescatado de la anterior grabación conforman esta nueva maqueta, se muestran como un hirviente manantial de sensaciones puras gratamente sorprendente.
En la diversidad estilística que conforma toda la grabación hay un único hilo conductor, sin embargo, fácilmente reconocible, que otorga un sonido definido por las guitarras brillantes y las voces melódicas y sugerentes. Es esta la obra de una mente que sueña con el Electroshock blues de Eels hasta la misma mañana, donde se despierta para desayunar canciones folk de Beck con leche; hasta conseguir un estado de atormentamiento capaz de emular a cráneos tan admirables como el de Julio de la Rosa, en algún lugar a mitad de camino entre Martos y Nueva Orleáns.
Comenzando a desgranar las piezas una a una, vemos como la Nana que abre el disco sigue la estela, tan cerca que roza lo peligroso, de otras instrumental suaves como ese “Paseo por el parque” de Los Planetas; si bien nos atrevemos a decir que consigue ir un paso más allá hasta dar forma a una canción deliciosa, original; de simple pero radiante belleza, y con sampler de los Moldy Peaches incluido. El segundo corte es “Angelito a lunares”, un divertimento pseudoflamenco que acabó derivando hacia una hermosa pieza de hispánica melancolía pop, con unos arreglos demoledores, que conforman una canción por la que muchos grupos del mainstream sacrificarían a uno o varios de sus pipas.
Pero sin duda el mejor momento del disco es “Hormiga marrón”, donde suenan a la vez, y sin estorbarse, todos los grandes del pop español; se puede oír a Chucho, a La buena vida, a Los planetas, a La granja, a Nosoträsh… una maravilla para rendirse al instante. Después brillan luciérnagas en una noche de verano, “Janis Joplin” es un título muy revelador para un tema con una melodía que, personalmente, me parece fascinante, y que acaba con unos arreglos geniales. Después el corte más rockero, “Cañonero” es deudora de los Pixies hasta el tuétano, tres minutos de rock más americanos que el Marlboro, pero sin perder nunca la marca de la casa; y es que, haciendo un inciso, quizá eso sea lo más destacable, que las canciones nunca terminan siendo lo que él no quería que fueran.
Para terminar tenemos la sorprendente “Bad song”, que es Nobody’s fault but my own tocada por Bob Dylan dentro de una campana, después de haber recibido la bendición del Maharishi. Menos de dos minutos y medio para acabar con la boca abierta.
Es indudable que el trabajo de producción tiene una calidad muy superior a lo que suelen ser este tipo de trabajo; y es que Pachi Delgado, que además de genial músico y compositor es también un extraordinario productor y arreglista, le ha puesto un cariño especial a estas canciones con las que, sin duda, muy pronto sintió que se podían hacer grandes cosas.
Canciones que rebosan belleza, sutil y refinada belleza, que consiguen fluir en apenas veinte minutos sin chirriar ni cansar, canciones fruto de un pequeño genio, un artista difuso y desordenado; cuyo cuerpo habita en su joyería, pero su mente se pasa el día posada sobre una nube con una guitarra acústica. Un Cohen de barrio, un Mr. E del Santo Reino, un Bowie de bolsillo; un pequeño genio inquieto que aún no sabe que lo es.
Tlf. de contacto: Martín: 678615004
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