LOUIS ELIOT
"The long way round"
Intromúsica / El Diablo
(2005)
Texto: Dani Illana
De forma discreta, sin mucho ruído, pero con una coherencia envidiable, Louis Eliot sigue sacando adelante su carrera como músico. Su nueva propuesta, más desnuda, más íntima, no da muchos pasos hacia delante; seguimos en los mismos posicionamientos, pero ahondando en las actitudes y poses de este artista británico.
The long way round es un ejercicio de pop sincero; un trabajo que sin salirse de los raíles de lo que viene siendo la música popular británica en los últimos catorce años sí da muestras de una personalidad arrebatadora. Eliot ha sacado un disco llamado ha pasar desapercibido entre el gran público, que muestra sin embargo que es algo más que un artista one hit wonder. Después del sorprendente debut de Rialto, una de las mejores bandas de pop elegante de la década de los 90, con canciones tan destacables como Untouchable, o Monday marning five ninteen, la canción que los metió en las listas de éxitos de medio mundo; la carrera de la banda, y de Eliot en particular comenzaron a pasar bastante desapercibidos.
Una vez que el proyecto tuviera que quedarse aparcado definitivamente, Louis Eliot ha decidido hacer la guerra por su lado; en esta ocasión ha decidido tomar las riendas de su creatividad y orientarla hacia un sonido más introvertido y sencillo; eso sí, sin olvidar lo aprendido ya tanto en Kinky Machine como en Rialto, pero virando ligeramente hacia un sonido más folky.
De todas maneras no pretendamos engañarnos, se trata de echarle un chorro de bourbon a la Schweppes; no es un disco folk ni en su diseño ni en su ejecución, aunque bien es cierto que se notan influencias (ese lap steel…) y que Eliot se ha empapado algunos discos de Neil Young; es innegable que seguimos teniendo una obra claramente british, marcada esencialmente por el suave y peculiar timbre de Eliot, incapaz de salirse de los registros pop.
Yendo de lleno a lo que nos encontramos en “The long way round” hay que decir que sus diez cortes responden a una estilística particular, poco acelerada, y nada monótona. El disco lo abre “Warmth of the sun”, un medio tiempo donde las voces llevan el peso, y el corpus instrumental es de una calidez desmesurada; un buen comienzo para un disco en el que poco a poco se desgranan “Emlily”, con una base preciosa de guitarra acústica y piano, y unos arreglos de viento al final muy bien escogidos; y luego “Party games”, un corte de delicada melancolía, en el que una voz suave y un arpegio de guitarra son prácticamente los únicos elementos.
El disco luego se torna más pop, como en la maravillosa “Heaven’s in your eyes” o “Everybody loves you when your dead” (una letra sarcásticamente deliciosa). El sonido conseguido por Tam Johnstone (“un tipo a lo Brian Willson” según el propio Eliot) marca el protagonismo en las voces, y muestra un afanamiento de miniaturista en los fondos musicales, como en el corte final del disco “Go to sleep”.
Seguramente este trabajo no levante mucho revuelo ni entre crítica ni público, pero es una obra destacable de un músico maduro y capaz que sigue demostrando que tiene todavía que ofrecernos muchas canciones. “The long way round” no se venderá mucho estas navidades, pero el que se acerque a él no se arrepentirá.
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