Texto y fotos: Juan Jesús García


Federico García Ellington (lo mejor de cada casa)

El primero de los proyectos que se están estrenando en el programa del Festival de Jazz de Granada ha sido el del grupo de jazz tradicional Missing Stompers. Un gran trabajo multimedia que nace de la original idea de la música que acompañó a Lorca en su viaje a América del norte en 1929. Los Missing y sus colaboradores (el profesor Juan Mata en el trabajo literario y la directora de cine Mabebe Delgado en el visual) han partido de las vivencias escritas o contadas de aquellos meses americanos para hacernos recorrer las mismas calles, visitar los mismos barrios, plazas o clubes, y sentir lo que él sintió en una ciudad brutal a punto de estallar, tensión y fascinación expresada verbalmente por el actor Alberto San Juan como complemento.

Este extraordinario montaje multitodo sobrepasa largamente todo lo ofrecido anteriormente por este grupo, y es uno de los proyectos más atractivos y gratificantes (si no el que más) que se han podido ver en los escenarios granadinos sin venir alquilados de fuera. El trabajo videográfico es imponente y vistosísimo, y la música (en vivo por supuesto, ya que a pesar de todo es un concierto) consigue holgadamente lo que pretende, situarnos a las puertas del Cotton Club o el Small's Paradise en una Nueva York de entreguerras donde se que barrunta ya el hundimiento económico inminente.

Colocados tras una gran pantalla, y por delante de otra segunda, los audiovisuales y las animaciones de Delgado (sobre muchos dibujos del propio poeta) enmarcaron, a veces literalmente la actuación del grupo, que con una sincronía absoluta se confunde con la imagen mientras va recreando el sonido de los bailables, la mayoría responsabilidad de Duke Ellington, el best seller del momento: su cuota de participación en este concierto es equiparable a la del poeta de Fuentevaqueros, porque uno pone la letra y el otro la música. Desde 'The Mooche' a 'Mood indigo', desde 'Misty Morning' a 'Paradise wobble' (grabada aquel 1929 en homenaje al club que frecuentaban Federico y sus amigos) el sonido de jazz-band queda primorosamente reconstruido más allá de una banda sonora para un documental, ya que lo proyectado permite los obligatorios espacios de improvisación necesarios para que el jazz lo sea. Con el primer danzón que se conoce, 'Las alturas de Simson', de un olvidado autor matancero, termina el periplo americano del poeta, en su "coche de aguas negras" refugiándose en la selvática Santiago antes de regresar al criminal mundo real.

Una actuación de los Missing no finaliza antes de que toquen el 'When the saints' marchando entre el público, pero en este caso se les perdonó por este concierto acaba en Cuba y no en Nueva Orleáns, y porque tampoco van a subir escaleras arriba del teatro con la tuba a cuestas. Un lujazo de espectáculo.
  

Missing Stompers presentaron su gran homenaje al Lorca americano

El grupo de jazz tradicional Missing Stompers estrenó en el Festival de Jazz de Granada su ambicioso proyecto multidisciplinar inspirado por el viaje del poeta Federico García Lorca a Cuba y Estados Unidos en 1929. Tras una labor de investigación, los Missing han recreado los ambientes musicales que García Lorca frecuentaba a finales de los años 20 en la ciudad de Nueva York. Este trabajo, ilustra con escogidos arreglos musicales del jazz del momento las impresiones que esta ciudad imponente, en plena crisis económica y social, provocaba en el poeta.

Situados tras una gran pantalla, y por delante de una segunda, los audiovisuales creados por la directora de cine Mabebe Delgado enmarcaron la actuación del grupo, que en directo y con una sincronía absoluta van recreando el sonido de los bailables (la mayoría) de época. Los Missing se colocan tras el velo transparente, iluminados con sobriedad por luces cenitales y un par de focos blancos laterales que recortaban sus sombras con dramatismo de cine en blanco y negro sin escala de grises. Las imágenes bailan a su alrededor, sugieren, o concretan los tonos y los momentos propicios para que suene el grupo, impecable, y con el timbre de las jazz-band de entonces. Buscando, buscando, rastreando por los garitos históricos del NuevaYork de primer cuarto de siglo pasado, el concierto de los Missing es tan homenaje al Lorca noctámbulo de la gran metrópoli del mundo y que luego querría perderse por la selvática Santiago de Cuba, como al Duke Ellington de las memorables noches del Cotton Club, vividas y bailadas bajo la brillante luz cabaretera de un Harlem de entreguerras que nunca volvería a ser igual. Suena 'The Mooche' para dar la bienvenida y la musicalidad de Duke se apropia de la banda sonora de 'Nueva York en un poeta'.

El grupo y sus colaboradores, el profesor Juan Mata en la asesoría literaria, y la realizadora de las imágenes, han trabajado muy duro en este proyecto, está cuidado hasta el último milímetro, y se nota ambicioso y esforzado, tan sólo en la creación de imágenes, partiendo de dibujos emblemáticas del legado gráfico del poeta se han invertido dos años. Ellos, la banda, resulta perfecta como elemento vivo de una decoración visual que hasta contempla los tiempos necesarios para que puedan cumplir con la condición imprescindible para que el jazz sea jazz, la improvisación; especialmente aplaudidas en los casos de los saxofonistas, clarinetista y cantante. Se escuchan 'Black and blue', 'Goin to Town', 'Misty Morning' o 'Mood indigo', todas del Duque, y Lorca nos habla a través de San Juan de la riqueza racial de la gran ciudad, del horror (ya entonces) del distrito financiero, de la vitalidad espiritual de los afroamericanos... cada impresión que dejó escrita tiene sus imágenes y su música en este gran concierto/espectáculo, que termina, como no podía ser de otra manera sobre el coche de agua negra hacia el Oriente cubano. Las tórridas imágenes de la mayor de las Antillas, del Morro y el Malecón, de los palmerales y sus gentes acompañan la recuperación del primer danzón, (antecedente la música cubana del siglo XX) que se conoce, catalogado en 1830 y dedicado a la a la barriada matancera de Simpson.

Una vez acabado el concierto y siguiendo la tradición de las bandas de música de Nueva Orleans, como, además, el escenario del teatro Isidoro Máiquez lo permitía, el sexteto bajó a tocar entre el público para despedirse como hacen siempre en sus espectáculos de calle, haciendo bailar a los espectadores camino del salida. Un lujo de grupo y una producción impecable.