Texto y fotos: Juan Jesús García


Branford Marsalis: Choque de trenes

El saxofonista norteamericano Branford Marsalis multiplicó por quince el precio de la venta de sus entradas hace ocho años, cuando estrenó su cuarteto por aquí; obviamente en esta nueva visita liquidó 'el papel' apenas salir a la venta. De aquella época mantiene a pianista y bajista con los que forma una piña desde hace diez años, bastante más que la duración media de un matrimonio. Celebra con esta gira esa buena nueva y el estreno de su faceta de autogestión discográfica con 'Metamorphosen'.

Marsalis ha tenido una vida musical aventurera y abierta, tocando de todos los estilos, hasta generacionales, y siempre zigzagueando en los alrededores de un gozoso 'maistream' jazzístico. Y así su concierto en Granada resumió perfectamente esa perspectiva longitudinal, sin estridencias, de la historia de esta música, solo que ¡a la inversa! ; fue una suerte de Camino de Santiago al revés, desde una salida en tromba, todos en quinta, con la pieza 'Retourn of the Jitney man' que abre también el mencionado disco, hasta llegar a la plaza del Obradoiro de Nueva Orleans con un 'St Louis Blues' final, chapoteando ya en las fuentes.

Aunque el saxofonista titule la banda, en realidad merecerían tener un nombre propio de equipo, porque en lo que suena no hay líder neto, todos tienen mucho campo por delante y lo usan; ocasionalmente el pianista y el baterista chocan como trenes (al bajista un par de puntos más en la mesa de mezclas le hubiese venido mejor para entrar en el pulso), llenado la platea de chispas ardientes. Con semejante apellido, Calderazzo, sólo podría ser mafioso o músico de jazz, y así toca el piano con la misma rotundidad con la que usaría la Thomson el día de san Valentín; con una mano izquierda sólida y muy percutiva, y una derecha casi invisible, es de los que dejan marcados los marfiles cuando acaba; aunque para invisibilidad, los brazos del dieciochoañero Justin Faulkner, una tormenta sobrevolando sobre los parches imposible de seguir sin hacer uso de la moviola. Y cuando los dos se quedan solos...

Marsalis alternó saxos tenor y soprano, el primero en los temas más fogosos y el recto en los más melódicos. Tras comenzar en formación de campaña, altisonantes y super energéticos, comenzaron los demarrajes individuales. Con dos piezas de Calderazzo, 'Hope' y 'The Last Goodbye', ambos incluidos en los dos últimos cedés, el tempo se detuvo y afloraron la belleza interpretativa a lo McCoy Tyner del teclista y la gran capacidad evocadora de los arreglos con que vistieron esas dos baladas. La recta final de las dos horas de concierto fueron el complemento historicista de la actuación, una revisión integral del bebop a partir de los riffs del monkiano '52and Street Teme' donde encajaron multitud de citas de aquel ardiente estilo rebelde, para finalizar la noche regresando a la casilla de salida con la marcialidad del blues de banda. No hubo bises, todo estaba dicho ya.


Deslumbrante Bradford Marsalis en Granada

El saxofonista norteamericano Branford Marsalis es un auténtico número uno en el circuito del jazz contemporáneo. A la sombra durante años de su hermano Wynton, comparte con él un inmenso conocimiento sobre la historia de la música afroamericana y tanta querencia por la ortodoxia como por todo lo contrario. De hecho su concierto en Granada fue una suerte de camino de Santiago del jazz, que fue desde el radicalismo en tromba de la pieza 'Retourn of the Jitney man' con la que comenzó hasta un 'St Louis Blues', al final, ya en las fuentes primigenias del jazz.

Celebraba el saxofonista el décimo aniversario de su formación habitual (también el segundo disco que lanza desde la autogestión) pero del tradicional trío de acompañamiento suyo se ha caído una de las piezas fundamentales, el baterista 'robaplanos' Jeff "Tain" Watts que era bien capaz de quitar el protagonismo a cualquier líder, algo que también puede hacer perfectamente el espectacular pianista Joey Calderazzo, que con Eric Revis, el bajista, ha logrado una gran entendimiento a cualquier velocidad (incluida la de la luz) con el saxofonista. El tercero en concordia fue el joven baterista (18 años) Justin Faulkner, encajado entre sus compañeros, un superdotado músico que hace de todo con su instrumento y, sobre todo, manifestó una compenetración absoluta con el pianista, por momentos casi miembro oficial de la sección de ritmo. Fue tal el derroche de energía del baterista, que era el único al que se le permitió prescindir de la corbata oficial del combo.

Marsalis alternó saxos tenor y soprano, el primero en los temas más fogosos y el recto en los más melódicos. En su actuación del Festival de Jazz de Granada trató a sus compañeros de igual a igual, dejándoles mucho espacio por delante para sus desarrollos individuales, que salvo el bajista, una tanto mermado de sonido en la mezcla general, supieron causar hasta el asombro por sus portentosas facultades. Tras comenzar en formación de campaña, altisonantes y super energéticos, comenzaron los demarrajes individuales. Con dos piezas de Calderazzo 'Hope' y 'The Last Goodbye' el tempo se detuvo y afloraron la belleza interpretativa a lo McCoy Tyner del teclista y la gran capacidad evocadora de los arreglos con que vistieron esas dos baladas. La recta final de las dos horas de concierto fueron el complemento historicista de la actuación, una revisión integral del bebop a partir de los riffs del monkiano '52and Street Teme' donde entrabaron multitud de citas de aquel estilo rebelde, y finalizando el concierto con ese regreso a Nueva Orleans a ritmo marcial de blues de banda.

Marsalis y su grupo, tras dos horas casi de concierto, lo remataron con una última rueda de solos de proporciones sobrehumanas. Tras esas portentosas exhibiciones individuales las luces del teatro Isabel la católica se encendieron y el público que abarrotaba el teatro municipal, de pie, despidió al cuarteto con una ovación, más que nunca generosa, porque no pedía más habida cuenta de que Marsalis no hace bises.

El Festival de Jazz de Granada está organizado por la Junta de Andalucía con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad y la Diputación provincial, contando con el patrocinio de la empresa Cervezas Alhambra.