Texto y fotos: Juan Jesús García
Richard Bona: Música de autoayuda
Sean las veces que sean, Richard Bona es garantía de tener un teatro lleno, también los es de satisfacción para los que asisten a sus conciertos. Hemos visto en Granada echar los dientes al camerunés a lo largo de los últimos diez años, y hubiesen dado lo mismo cuatro que cincuenta actuaciones, puesto que, aunque ya sin el efecto sorpresa más que para los que asistían de estreno, es un gran entretenedor y consigue lo que afirmaba aquí hace unos días: que la música cure. No había más que ver las caras de alegría del público cuando salía para ver que es más eficaz que las obras completas de Jorge Bucay.
El músico africano debe ser feliz, o desde luego lo parece y su música desprende una saludable luminosidad que es real hasta fotómetro en mano. Y ahora, que saca a relucir (cada vez más) su faceta actoral, y con mucho éxito por cierto en su vis cómica, le resulta mucho más fácil llegar al oyente, creando un entorno de receptividad muy optimista. No era necesario, porque su bajo es una arma de construcción masiva, pero bromeó toda la noche, sobre la ciudad, su gente, (con la que jugó haciendo que cantasen, bailasen o dieran palmas), recomendando la abstención en la vacunación gripal, y recordando que no hay nada más letal que ver la televisión.
Curiosamente este festival se ha abierto con dos de los bajistas de Steps Ahead, el sábado Eddie Gómez y luego este Bona que ocupó su lugar en un grupo ya muy electrificado; no hay mas que ver la pedalera que usaba el camerunés, con más botones que la sala de control de Vandellós, para entender el diametral recambio. Y es que Bona apura lo que sabe hacer con las manos como lo que le facilita la electrónica, así le vimos construir sobre la marcha una canción tribal a base de bucles, dedicada a Granada para la ocasión. A veces los aparatos hacen posible la magia.
Dirige un quinteto reclutado en países tan diferentes como Haití, USA, Holanda o Guadalupe, un equipo que es una auténtica maquinaria de primer orden en el terreno del jazz eléctrico y que gira alrededor del teclista Etienne Stadwijk, el único fijo desde siempre y su Zawinul particular. Aunque Bona ha superado ya la fase de aquel sonido burbujeante y gomoso de Pastorius, conserva intacta la configuración sonora que el músico vienés inventó para Weather Report (siendo perverso cabe suponer que Bona no lleva saxo esperando a que se decida Shorter). Ese sonido brillante, espectacular, nítido y accesible de, por ejemplo, el 'Birland' con el que envolvieron 'Liberty City', original exquisitamente armado de su ídolo Jaco. También hemos visto en estos años como ha ido ganando puntos como cantante, jugando con los delays o ya directamente como solista acompañado en acústico por el guitarrista Jean Chritstophe Mailard (que para ser antillano mostró un considerable conocimiento de la guitarra flamenca). Bona canta en duala, el dialecto bantú de su región y lo incorpora igual a una explosivo ejercicio de jazzrock lanzado a todo trapo, una pieza de reminiscencias tribales o a un bailable caribeño, pasando del falsete a los graves sin solución de continuidad y en ocasiones encogiendo el alma con sus preciosistas y cristalinos fraseos por las notas agudas más delicadas, una especialidad de la casa emocionalmente letal cuya efectividad conoce y usa. Precisamente a toda clave terminó su concierto, con ese tema llamado 'Te dikalo', y que representa con absoluta exactitud al término 'afrocubano'; música para bailadores ( que salieron por los pasillos) y que levantó el cuerpo y el espíritu. Más Bona y menos Prozac.
Richard Bona levantó al público del Festival de Jazz de Granada
Con todo el aforo del teatro Isabel la Católica vendido (el de este músico camerunés fue el primer concierto en agotar la taquilla) Richard Boina dio un espectacular concierto dentro de la programación del trigésimo Festival de Jazz de Granada. Bona ha actuado cuatro veces en los dos festivales granadinos, así que se puede asegurar que aquí se le ha visto crecer como artista, recién abandonada la tutela de sus maestros hasta serlo él mismo. De alguna manera el tono buen humorado de su concierto pudiera explicarse casi ya por la confianza con el público granadino, al que regaló sobre la marcha una canción a la que llamó 'Granada'. Pero él es así, y si musicalmente resulta siempre generosamente sorprendente, regala felicidad y distensión en la misma proporción. En este caso bromeó sobre la ciudad, su gente, (con la que jugó haciendo que cantasen bailasen o dieran palmas), recomendó que no nos vacunásemos contra la Gripe-A y recordó que no hay nada, pero nada peor que ver la televisión. Todo, más que contado, actuado con una extraordinaria vis cómica, facultad que cada más desarrollada y que incorpora como otro elemento en sus conciertos, incluso tocando.
Bona dio una auténtica exhibición de las posibilidades de un instrumento habitualmente resignado a aparecer en un segundo plano. Conocido por el sobrenombre de "el monstruo" por sus habilidades musicales, dirige un quinteto reclutado en países tan diferentes como Haití, Estados Unidos, Holanda o Guadalupe, un equipo que es una auténtica maquinaria de primer orden en el terreno del jazz eléctrico, en la línea de un Pat Metheny o Weather Report. Grupo, este último, dirigido por el vienés Joe Zawinul, quien descubrió a Bona, y le aportó una configuración sonora todavía muy presente en lo que es escuchó en Granada. Para que no hubiese dudas rememoró el 'Liberty city' de Jaco Pastorius (bajista estelar de W.R) y citó numerosas frases del célebre 'Birland', el gran éxito de los Report (tanto que en España fue sintonía de Informe Semanal).
Pero este músico que se permitió el lujo de despreciar a Eric Clapton porque tenía que grabar su segundo disco, tiene además otras muchas facetas muy distintas a las de entretenedor y superbajista: así hemos ido viendo como con el tiempo le ha cogido más gusto a cantar, no solo simultáneamente a su pulsación como siempre, sino ya definitivamente cogiendo el micrófono, sea el autograbador para montar un canto telúrico sobre sus mismas voces en bucle, o simplemente acompañado en acústico por el guitarrista Jean Chritstophe Mailard, que para ser antillano mostró un considerable conocimiento de la guitarra flamenca también. Bona canta en duala, el dialecto bantú de la zona donde nació, y lo incorpora igual a una explosivo ejercicio de jazzrock lanzado a todo trapo, a una pieza de reminiscencias tribales o a un bailable caribeño, pasando del falsete a los graves sin solución de continuidad y en ocasiones encogiendo el alma con sus preciosistas y delicadísimos fraseos por las notas altas, una especialidad de la casa.
Con el público de pie, bailando la cubanísima 'Te dikjalo', la pieza con la que suele terminar sus conciertos y sus discos en directo, Bona se despidió dos horas después de haber comenzado su actuación. Un concierto más efectivo que toda una colección de fascículos de autoayuda ya que todos los espectadores salían del teatro con una gran sonrisa en la boca. Lo decía en una entrevista promocional unos días antes: "la música sana". Y es cierto.
La trigésima edición del festival de jazz de Granada continuará el miércoles con la presentación del disco 'Niña pez' de la cantante Lara bello y el jueves retoma el tono internacional con la llegada del saxofonista estadounidense Bradford Marsalis. El festival granadino está organizado por la Junta de Andalucía con la colaboración de Ayuntamiento y la Diputación, contando con el patrocinio de la empresa cervezas Alhambra.
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