Texto y fotos: Juan Jesús García
Franz Ferdinand: Hedonismo 'de luxe'
El cuarteto de Glasgow llenó sin apreturas la plaza de toros de Atarfe, donde hubiesen entrado algunos cientos más de personas habida cuenta de la demanda: agotadas la centradas para sus conciertos españoles, al menos eso circulaba por Internet (aquí había), donde andaba la reventa por los 150€, eso sí, con una estampita de Fray Leopoldo de regalo.
Con tres discos en la calle, los escoceses ya han superado el complejo de 'grupo de temporada' tan habitual del mercado británico. Una pausa de cuatro años antes del reciente 'Tonight Franz Ferdinand', con cambio de productores incluido, orienta sobre la preocupación del cuarteto por no volver entregar por tercera vez el mismo disco. "Estamos en esto para ligar, divertir y divertirnos" dijeron en una ocasión y, sin muchas más pretensiones, por lo menos los dos últimos objetivos (que se sepa) los consiguen perfectamente ya que pusieron a botar a las 6000 personas que acudieron a escucharles. Glasgow puede estar orgullosa con ellos ya que prolongan una larga lista (Marmelade, Belle & Sebastián, Aztec Camera, Teenage Fanclub, Primal Scream... y hasta los hermanos Young de AC/DC) de ilustres pobladores del planeta pop.
La llegada del público la fue animando el dúo-trío alemán Kissogram, y cuando aparecieron los suecos Mando Diao ya estaba la gente por la labor. Jonas Poppe y Sebastian Dassé, la base de Kissogram, hubiesen merecido mayor atención, porque su versión industrial del espíritu del rock and roll suena original y estimulante, pero será en otra ocasión.
Con vitola de grupo en expansión, Mando Diao sin duda han colaborado lo suyo para el lleno del Coliseo de Atarfe. Procedentes de Borlänge, (la ciudad de Suecia de mayor índice de criminalidad) durante unos años han volcado sobre su música esa energía catártica con conciertos intensos, hasta que este año, y de ahí la coherencia en el cartel, con 'Give Me Fire' se han descubierto como seguidores de los bailables de los setenta: ese 'Gloria' parece un homenaje a la Gaynor. Pero los autoproclamados como "el grupo más famoso de Suecia desde Abba" da la sensación de que fueron invitados a esta gira limitándoles el carburador ya que evitaron sus temas más matones (salvo 'Sheepdog' o 'Long Before Rock'N'Roll') volcándose sobre los de 'Give Me Fire', en línea con la temática bailable pero menos impactantes que los de su repertorio garajero-lalalá de siempre. Eso sí, exhibieron todas las poses que han aprendido en los vídeos de los Beatles en Hamburgo.
Los del archiduque no ocultan su trazabilidad: de los Kinks tienen la luminosidad pop, de Gang of Four el asunto bailable, de Talking Heads el toque 'arty', un puntito del señorío de Blur y bastante prestado por Brian Ferry y Bowie. Si se apura en los últimos temas, algo más orientados hacia el meneo se huele por momentos a Gary Glitter y Giorgio Moroder... En directo las costuras de este monstruito del hedonismo se notan mucho menos bajo el influjo de una grandiosa puesta en escena y su inapelable destreza instrumental/vocal, pero cuesta rechazar la insistente impresión de 'deja vu'. Por lo menos para los de cierto recorrido acumulado, para los demás pura gloria. Disquisiciones y disecciones que no tiene ningún sentido cuando la sofisticación formal y la ingeniosa construcción de arreglos manifiestan intenciones tan primarias como las antes recogidas de la boca del propio líder: es lo que hay y vamos a hacerlo muy bien. No cabe objeción ninguna porque como todos los grupos británicos saben hacer de un concierto un espectáculo para propios y ajenos lleno de momentos muy efervescentes.
La estampa de un Alex Kapranos haciendo gala de cierta ambigüedad con distinción, casi de dandy literario con una 'chupa motera' sixtie, despide tal magnetismo visual, sobre todo para el abundante público femenino, que parece que está iluminado por dentro. Aclarado el liderazgo desde el primer segundo, los demás a lo suyo: mientras que los abundantes riffs de guitarra son la seña de identidad de muchos temas, en ocasiones tarareables como estribillos (hasta con aires de espaghetti western, respondidos en el momento más delirante de la noche con los coros de ¡Paquito el Chocolatero! ), en otras apoyan con la obsesiva insistencia circular de un Tom Verlaine en la era del mando a distancia con el botón de 'repeat' activado. Y si las guitarras tiene más relevancia en las piezas más antiguas, casi todas en la primera mitad, el ritmo es prioritario (como la juguetería tecno-retro) dando cuerpo y barniz a los más recientes. 'Tell Her Tonight', 'The dark of matinee', 'Michael', 'Walk Away' (rehecha a medio gas para la ocasión) o 'Do you want to' son buen ejemplo ya contrastado de sus habilidades en el 'recorta y pega' de alto nivel, y 'Ulysess' o 'Turn It On' de los nuevos hallazgos; aunque ninguna mejor que la reconcentrada y coreada 'Take Me Out' que les abrió las puertas del mundo, y que siguen sin superar. Mientras se escriben estas líneas debieron estar sonando 'Outsiders', con su ensayado numerito de ponerse los cuatro a tocar la batería, y 'Lucid dreams' y 'This Fire', con las que tenían previsto cerrar las actuaciones de esta gira. Una gran noche la vivida en Atarfe para quemar por vibraciones las toxinas y los malos rollos... sin más. Hedonismo 'de luxe'... de mucho lujo sobre todo si el lector de estas líneas fue el que se llevó a casa la estampita de Fray Leopoldo.
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