Roberto Fonseca: Cuba en cuerpo y alma
Dicen que 'Robertico' Fonseca ha dejado de ser una promesa y ya es toda una realidad, en Jazz en la Costa el pianista habanero consiguió poner de pie a todo el público en su primera actuación a su nombre por estas tierras. Jazz en la Costa es un festival organizado desde hace 21 años por la Diputación de Granada y el Ayuntamiento de la ciudad con la colaboración de la Junta de Andalucía y el patrocinio de Cervezas Alhambra.
Hay quien asegura que Cuba no es un país sino un estado mental, de ser cierto estuvo presente en Almuñécar con la actuación de Roberto Fonseca, quizás la máxima representación de esa abstracción llamada Cuba en términos musicales. El quinto concierto del Festival Jazz en la Costa volvió a llenarse de público para escuchar a este joven que con su cuarto disco 'Zamazú' ha revolucionado la pianística cubana.
Bajo la invocación santera de una misa popular en recuerdo de su madre comenzó una actuación diferente al estereotipo latino-salsero que sugiere su ciudad de origen La Habana. Simpático y comunicativo como persona, abierto, permeable, con una gran fantasía en sus nutrientes como artista, la música de Fonseca sonó ecléctica en sus acentos jazzísticos y latinos, con una gran variedad de ritmos llegados no sólo de la mayor de las Antillas sino también de Suramérica, Àfrica y hasta un Oriente aparentemente muy remoto para él.
A pesar de estar bien formado (su anterior grupo Temperamento fue un best seller en la isla) no es un músico que haya buscado en la hipertrofia técnica su modus vivendi, aunque si hay que 'tumbar' a toda pastilla se hace. Gusta de las distancias de cortas a muy cortas y usa una expresividad inasible y vaporosa, de una melancolía soñadora tan sutil como depurada lindando en ocasiones con la espiritualidad más sublime, casi todos su temas tienen algún pasaje introvertido, que cuando suma su entonación vocal sobre las teclas (recordaba a Flora Purín con el Corea de los setenta) resuena como una plegaria Yoruba al panteón santero. Luego ya llegaría las 'descargas', incluso recuperando el vetusto sonido del sintetizador discotequero de los años setenta.
Entre los ilustres músicos que trajo a Almuñécar estuvieron Javier Zalba -un magnifico saxofonista alto, flautista y clarinetista formado en el grupo Irakere-, y ocupando el lugar de ilustres veteranos como Cachaito o el 'guajiro' Mirabal estuvieron el bajista Omar González, el percusionista Joel Hierrezuelo y el baterista Ramsés Rodríguez que constituyeron una sólida base para las líneas melódicas, y cuando el programa requirió relegar la contención demostraron un fuerte músculo rítmico.
Tras aquel comienzo religioso con la voz grabada de Mercedes Cortés llegaron temas que como 'Congo Árabe' buscando en la ruta de la seda la inspiración, 'Clandestino', una eufórica composición que funciona como una rampa de despegue siempre hacia arriba, 'Llegó Cachaito',sentimiento en estado puro... fueron algunas de las piezas más destacables de su actuación, donde hubo también un recuerdo a su mentor el desaparecido bolerista Ibrahim Ferrer, cuya dedicatoria fue refrendada cariñosamente por los aplausos del público. Su actuación se ajustó prácticamente al programa de su disco 'Zamazu', aunque avanzó algo todavía inédito: la timbera 'De Jorge a Paula', un ejercicio de cubop como 'La flor que no cuide' y una refinadísima versión del clásico popular cubano 'Drume negrita'. Los aplausos finales fueron dedicados a un artista en agradecimiento por su esfuerzo para dar lo que se espera de él y sin ajustarse a los tópicos todo lo contrario. Y fueron muchos y muy calidos.
El miércoles 16 de julio actúa Ivan Lins y Nnena Freelon y el jueves 17 el trío formado por Gerald Toto, Richard Bona y Lokua Kanza.
Richard Bona es un artista bien conocido por estas latitudes, habida cuenta de su presencia tanto en el Festival de Jazz de Granada como en el de la Costa. Músico de prestigio internacional, cantante y multi-instrumentista, Bona es uno de los músicos africanos que mejor ha sabido fusionar los sonidos y tradiciones musicales de su África natal, la influencia europea y el mejor jazz americano. Ante él se han rendido las estrellas más destacadas del jazz contemporáneo, y ha sido señalado como el más genuino seguidor del desaparecido Pastorius, "el mejor bajista del mundo". En el año 2004 se unió al antillano Gerald Toto y al congoleño Lokua Kanza para grabar el disco Toto Bona Lokua , publicado por No Format, sello subsidiario de Universal Music, que es el programa de su concierto en Jazz en la Costa.
Gerald Toto, en plena madurez musical, evidencia una voz como ninguna otra: felina, sensual, deliciosamente ambigua. Toto viene avalado por su reputación como parte de una nueva generación que se atreve a fusionar canción francesa con ritmos como el reegae, el cajún, el creole o el funk. Su primer disco para Verve Music, Les premiers tours, fue todo un descubrimiento.
Lokua Kanza viene a ser el cantautor africano por excelencia. En los años ochenta fue guitarrista y cantante de Ray Lema, amigo que le regaló su primera guitarra. Ha colaborado también con Papa Bemba, Youssou N'Dour , Manu Dibango y Angelique Kidjo. Sus inicios musicales se remontan a los años setenta, cuando estudió guitarra clásica en el conservatorio de Kinshasa. En 1984 se trasladó a Francia para estudiar en la escuela de Jazz de París. En 1993, sin apenas medios, tuvo que editar él mismo su primer disco: Lokua Kanza, todo un éxito que le llevo a firmar contrato con el sello RCA-BMG. Aclamado por la crítica internacional y a pesar de ser uno de los mejores de la música africana, Lokua Kanza afirma: "... vender discos está muy bien, pero también quiero contribuir a abrir orejas y ojos".
En su disco conjunto, forjado por un profundo espíritu africano y dotado de unas excelentes armonías vocales fruto de estimulantes sesiones de improvisación, Toto, Bona y Kanza combinan tres formas de entender la música y toda la variedad de influencias y experiencias personales partiendo de la improvisación más absoluta y libre. Aseguran que nada fue premeditado y que cada uno aportó unas piezas en estado embrionario encargándose del desarrollo posterior. El resultado es un lienzo sonoro vivo en el que África es el argumento principal desde tres puntos de vista diferentes.
Este será un concierto para los amantes del jazz y las músicas del mundo. Toto, Bona y Lokua, una experiencia única a todos los niveles.
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