Texto: Eduardo Tébar
Bob Dylan: Su causa es el blues
La recóndita superficie del ferial de Jaén acogió un recital del escritor de canciones más influyente de la historia del rock. Suena extraño, pero ya nos vamos acostumbrando a estas inverosimilitudes materializadas por obra y gracia del caudal público. Escenificado entre olivos, Dylan no pronunció ni una palabra sobre las delicias del aceite autóctono. El PP de la capital acusa al ayuntamiento de despilfarrar los 406.000 euros que Zimmerman cobró por el bolo. Pero que nadie se engañe. Bob pasa cuatro pueblos del agua de Zaragoza y de la privilegiada agricultura jienense. Como tampoco pincha en su programa de radio a Amaral o a Quique González, su telonero en el enclave andaluz. Al cantautor, como a cualquier otro trabajador, le gusta hacer caja y emigra a los destinos donde mejor pagan. Las causas loables dejaron de suponer un estímulo creíble más o menos cuando grabó 'Hurricane'.
En el repertorio del Bob Dylan de 67 años no aparece la proclama a Huracán Carter. Ni siquiera las múltiples alusiones españolas de su cancionero -Madrid, Barcelona o Durango han sido espacios recurrentes en sus relatos-. El de Duluth se aferra al blues en el crepúsculo de su carrera. A la raíz de la música popular norteamericana, que explora con cariz de alumno aventajado, como un ratón de biblioteca que se niega a abandonar una búsqueda interminable. La luctuosa banda que le sigue ejecuta con obediencia y destreza el sonido primigenio que quiere el jefe. Un 'swingueante' rock n' roll de entreguerras, que entra con decoro y suavidad gracias a la prodigiosa pericia de instrumentistas como Denny Freeman a las seis cuerdas.
El autor de 'Blonde on blonde' presenta irreconocibles autoversiones de la rama más blues-rock de su temario. Es cierto. Aunque nadie ha subrayado el hecho de que calque con una precisión propia de John Myatt piezas de 'Modern times' como 'Rollin' and tumblin', que beben directamente de las aguas de Muddy Waters. ¿Conclusión? La veterana estrella ha encontrado un sitio confortable entre los vetustos vinilos. Y saca brillo a las secuencias melódicas de la América profunda con su incontenible manantial literario. A pesar de que su vocalización resulte pésima y de sus lacónicos fraseos de garganta de lija.
Dylan aguantó de pie en el teclado durante todo el concierto. Regaló contadas sonrisas a la audiencia y cuando caminó por el escenario, lo hizo con andares de granuja pinturero. El público cazó al vuelo las del último disco. Intuyó 'Lay, lady, lay', 'Memphis blues again', 'Highway 61 revisited' y la oscarizada 'Things have changed'. Del resto se rascó poco, si bien ese final con 'Like a rolling stone' supo a golosina de premio. Con la graciosa síncopa de verse uno cantando el clásico a la manera del álbum mientras el compositor de la pieza casi la leía en plan informativo. Con todo, los 5.000 asistentes salieron contentos y con la sensación de sueño cumplido, aunque quizá a destiempo. Acceder a Bob exige esfuerzo y cierta cultura. Alguno se quedó solo llamando a las puertas del cielo. Ah, pero nadie le llamó Judas.
SET LIST:
• Watching the river flow
• Lay, lady, lay
• The levee's gonna break
• Stuck inside of mobile with the Memphis blues again
• Moonlight
• Rollin' and tumblin'
• Workingman's blues #2
• Things have changed
• The lonesome death of Hattie Carroll
• It's alright, Ma (I'm only bleeding)
• Spirit on the water
• Highway 61 revisited
• Ballad of Hollis Brown
• Summer days
• Ain't talkin'
• Thunder on the mountain
• Like a rolling stone
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