Texto y foto: Juan Jesús García
Bellrays: Palabras muy mayores
A pesar de que la potente banda californiana había venido en varias ocasiones por España, hasta la fecha no se habían acercado por Granada; la fecha del martes 18 estaba maldita en la gira porque coincidía con un partido de la selección española y la sala Tren la cogió la vuelo para armar rápidamente la noche 'invitando' al equipo de fútbol a telonearlos. Idea original y brillante que permitió sumar al público que dudaba, hasta conseguir un holgado lleno que hubiese merecido el ciclón angelino por si solo en otra situación. The Bellrays es una banda que donde va repite dejando tocados (y hundidos) a los que alguna vez han presenciado un concierto suyo: muchos de los presentes eran ya adictos irrecuperables desde que los escucharon en un jerezano Serie Z.
Tras la 'pachanguita' de los primeros teloneros asomaron sus compañeros de gira The Ettes, un crujiente trío mixto capaz de metabolizar sonidos ya estereotipados con bastante alegría sonora; su rudimentaria crudeza no se sabe si les llega de su productor (Liam Watson: White Stripes o The Kills) o de su gusto por bestias de la imperfección como Spèncer o Cramps. Gustaron mucho, sobre todo su baterista Maria 'Pony', tanto que despacharon un buen número de ejemplares de 'Look at life again soon' en vinilo, como debe de ser.
Punto y muy aparte fue el show de Bellrays, con intercambio en los mandos y la llegada del expansivo bajista Justin Andrés, baile de elementos que sólo pueden comparar entre sí los que habían escucharon en directo la anterior alineación; pero con esta disposición en la cancha el cuarteto va sobrado: el bajista nuevo es de una fiera capacidad de maniobra con un sonido rico en graves y también en agudos y una disposición muy empujadora, el batería bien gracias, mientras que Vennum ha cogido de nuevo la guitarra con muchas ganas, solvencia de manual y esforzadas (hasta la deshidratación) maneras. Obviamente nada sería igual si este grupo no contara con la enorme vocalista Lisa Kekaula, de hondura negra entre Etta James y Tina Turner y 'miembra' de una agotada especie de cantantes que coge los temas, los engrandece para arrojarlos encima del oyente...hasta que saque la bandera blanca.
Si en disco afinan la producción y dejan espacios para tiempos más ralentizados donde apurar el metal gospel de su portavoz, en directo no se andan con chiquitas y entran a matar desde el primer tema. En directo incluso un temazo algo más contemplativo como 'The same way' aparece anabolizado y poderoso, y hasta media actuación no hubo respiro, con la seductora 'Footpints on water (que parecía escrita para ellos por John Fogerty) y la siguiente 'Blue against The sky', puro soul de la Atlantic. No hubo excesivas concesiones a la peticiones del oyente, ya que salvo 'Blues for Gozilla', la inevitable desde hace años 'Startime' o la lejana ya 'Fire on the moon', con la que salieron en tromba, y poco más antes de los bises, se ciñeron al lascivo 'Hard,Sweet And Sticky'; disco del que tan orgullosos deben estar que lo tocaron casi todo en el mismo orden de la grabación, explotando con brutalidades como 'Psychotic hate man' (perfecta fusión entre MC5 y Ike & Tina Turner) o 'Pinball city' con un bajo acorazado disparando cargas de profundidad a una letanía tipo de The locomotion en versión de Grand Funk Railroad por su puesto.
Tuvieron que hacer dos bises a petición del respetable, agitado incuso por un entusiasta animador desde el escenario que no se resignaba a terminar y dejaron en el camerino la habitual 'Highway To Hell' con la que han terminado algunas de sus actuaciones de esta gira. Una lástima porque hubiese sonado igual de comunitaria que el "a por ellos" con que los teloneros fundieron a los griegos. El mejor concierto en lo que va de año.
Bellrays: La chica es guerrera
Texto y foto: Eduardo Tébar
Por qué negarlo. El mundo del rock es machista por tradición y códigos. Existe una descompensación de género brutal entre iconos de ambos sexos. Por eso, asombra la figura de Lisa Kekaula, una vocalista de color y arrobas que concentra todas las virtudes del manual del buen 'front-man'. En las dos últimas décadas, ha consolidado una marca que, a pesar de las variaciones en la formación, encarna el empuje y el arrojo del rock de Detroit, la afectación del soul, la inmediatez del riff y la profundidad de aristas del linaje afroamericano.
Sin pelo en pecho ni 'baby' a quien apelar, al concierto de Bellrays sólo le faltó una banda de metales para rozar lo sublime. Los californianos se encontraron una sala El Tren llena, agitada por la victoria 'in extremis' de España ante Grecia -que pudieron seguir en una pantalla gigante- y ya sudados tras la actuación de los teloneros -también de protagonismo femenino- The Ettes.
Presentaron su último trabajo, 'Hard, sweet and sticky', o sea, duro, dulce y pegajoso, que es como definen su sonido. La mezcla que algún 'rocker' equiparó a lo que saldría si alguna vez Tina Turner se aliara con Motörhead. Sirvieron trallazos de su flamante cancionero, como 'The same way' o 'Psychotic hate man', apisonadoras de rock n' roll que con las grietas de la garganta de Kekaula ganan en intensidad y hasta en credibilidad. Incluso la vertiente 'soulera' de temas como 'The fire next time', con esa evocadora sofisticación, se vio teñida por la torrencial descarga de voltaje. Nadie echó en falta la garrafa de testosterona. Sobraron ovarios.
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