Texto y foto: Juan Jesús García
Enon: A pelo
A veces la tecnología, o mejor dicho su ausencia nos permite descubrir la cara oculta de cualquier tipo. Pasó hace algún tiempo con un Andrés Calamaro en Motril, que cuando cambió por avería su teclado por una guitarra destapó una ansiedad reprimida de una década y se salía, y les sucedió también a Enon en el Planta Baja, que averiado su álbum de samplers no tuvieron más remedio que salvar el concierto a pelo, demostrando que sin mayor cobertura que la de sus instrumentos suenan distintos pero igual de estimulantes, o en crudo más incluso.
Abrieron para ellos en un domingo anómalamente concurrido en el Planta los ambientalistas Alice Moon, de los que se espera ansiosamente una nueva entrega tras aquel breve pero muy alentador 'EbbTide'. Tras ellos el escenario parecía vacío con el trío de John Schmersal y Toko Yasuda pero nada de eso.
Desnudos de 'ruidofonías' cambiaron su registro asomando su vena más punk, crujiente e inmediata. Los que recordaban su estreno por aquí echaron (o no) de menos su apoyo disparado, pero las accidentalmente 'nuevas' versiones de piezas como 'Ashsh' o 'Mr Ratatatat, con la candidez juguetona de la golosa voz de la bajista, muy elementarista con su instrumento por cierto, y un guitarrista sobre el que cayó la faena de rellenar un poco más el temario, sin soltar su aparato como le gusta en ocasiones (o cambiarlo: este mismo año acompañaba a Girls Against Boys como bajista y teclas), sonaron vivas y con sangre en las venas. Así las cosas dieron un concierto breve, apenas 65 minutos, con piezas crepitantes y breves, y sin ninguna bobería de pretensiones bailables.
Tan imperfectos como vibrantes y con un sonido 'de ensayo', ruidoso y rasgado, en ocasiones con alguna melodía (sorprendentemente para su origen) tan nuestra que hubo quien la siguió haciendo palmas por bulerías, Enon sacaron una inmediatez absoluta; eso sí, de ribetes comunes con un buen número de otros grupos, de ahora y de siempre, pero efusiva y tan entusiastamente tocados que se ganaron bien el agradecimiento y aplauso del personal.
Enon: La prueba del algodón
Texto y foto: Eduardo Tébar
Son muchos los compositores del oráculo roquero que testan las canciones al denudo. Si la voz funciona acompañada por una guitarra, significa que van por buen rumbo y que el material que se traen entre manos merece la pena. Quizá no fuera la premisa con la que se presentaron los norteamericanos Enon en Granada, que volvían al escenario de Planta Baja, el mismo donde a principios de década realizaron un concierto memorable con The Zephyrs. Al trío que lidera el ex Brainiac John Schmersal en maridaje con la nipona Toko Yasuda le falló el dispositivo de última tecnología, y como todavía no se ha inventado el ordenador portátil a prueba de gusanos y otras bacterias virtuales, se vieron forzados a tocar 'a pelo'. Sin alfombra electrónica, ella escudriñó el bajo con afán altisonante mientras él tuvo de potenciar la suciedad, subir las agujas hasta el rojo y acelerar la biela en una guitarra más punk y briosa que de costumbre.
El público agradeció esas cotas de crudeza. La que no mostraron, por ejemplo, en el reciente Primavera Sound. Los temas de su cuarto disco, 'Grass geysers... carbon clouds' -publicado por Touch and Go- pasaron la prueba del algodón. Es más, ganaron en intensidad y en burbujeo sanguíneo, provocando meneos de cervicales y desgastes de suela con piezas de apenas un par de minutos en las que, sí, caben las ráfagas melódicas. En contraste con las miradas esquizoides y enfadas de Schermersal, Yasuda suavizaba el ambiente con adorables gestos de circunstancias. Como en el local de ensayo, los Enon de cacharrería defectuosa sientan mejor.
|