Texto y fotos: Juan Jesús García
Fred Frith: Escuela de color
Gusta la Junta de Andalucía desde su Empresa Pública de Programas Culturales de mandar para acá artistas que se salen de la norma, en una suerte de programación, entre snob y de vanguardia, con el argumento de que tiene que ofrecer lo que la iniciativa privada no programa.
Evidentemente desconocen el día a día de Granada, en ocasiones mucho más radical que sus tele-propuestas a veces armadas sobre la marcha con encuentros imposibles. Pero hay excepciones en las que mandan nombres que son auténticas asignaturas pendientes, al menos por esta parte de Andalucía; ocurrió hace años con John Zorn como ahora con su compinche Fred Frith, aunque en ambos casos, como en la programación habitual del ciclo de pop-rock de final de temporada, los teatros oficiales granadinos muestren mucha más tapicería que ocupantes. Y eso que uno conoce a gente que se hubiese dejado las piel de las manos aplaudiendo y en cantidad como para llenar varias veces el aforo. Convendría repensar en el porqué pasan estas cosas (Fred Frith y Cosa Brava) y no se entera nadie, más que nada por le respeto que debiera merecer el dinero público.
La actuación del mítico -este sí- músico británico fue de esas que quitan el hipo. Con la de Nguyen Lee (en la sala Tren) dos intervenciones de guitarristas de las que se podrá decir con todo orgullo durante años "yo estuve allí". Rodeado de un atípico trío, Cosa Brava, formado por una violinista y cantante (¡con 16 pedales de tratamiento de sonido! varios menos que el propio guitarrista y bajista), una tecladista, acordeonista y varias cosas más (aunque se dejó el arpa eléctrica en casa) y un multipercusionista, cantante y recitador, el que fuera alma mater de Henry Cow puso al público en pie con una propuesta alucinantemente caleidoscópica de folk marciano, progrock y música experimental.
Miren ustedes, eso sí que fue música alternativa y no las vulgaridades de troquel que con sus voceros analfabetos se apropian del nombre. Sorprendentemente nadie de los que han mamado de este tipo hasta la copia en esta ciudad -conscientemente o no- estuvieron presentándole sus respetos. Cosas de 'Graná'.
Con tanto de improvisación aparente como de escritura, y muchísimo sentido del humor, Frith montó un concierto de vuelta de su etapa ruidosa y free, y aunque hubo pasajes en los que costaba encontrar el argumento, no eran más que explosiones de caos antes de la calma, el des-orden y una tensión concertante que mantenía acalambrados a casi todos los intervinientes. Tocó algunas piezas con nombre propio (caso de 'Pour Albert' o 'Mind trhe gap' -de su Ensemble-) y otras que apenas tenían una estructura pensada y que nacieron y crecieron en directo a base de añadir temperatura, círculos o capas e imaginación con generadores de bucles. Fue el caso de la enervante 'Road movie', que empezó evocadora y 'movie' y terminó en 'Road' a todo trapo, o la paleta de varios millones de colores en la pantalla de 'Market day', casi al final. Una lección magistral de cómo construir música sin deberle nada a nadie, algo casi inaudito a día de hoy. Fascinante. Un grande, mucho.
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