Texto y fotos: Juan Jesús García
La Kinky Beat: Los reyes de la pista
Llegaban de llenar en Madrid, hicieron lo mismo en Granada y esta temporada puede ser la definitiva para este equipo multinacional radicado en Barcelona. La tropa de la fusión anda buscando señas de identidad para apartarse de los patrones 'manunegristas' más estereotipados que, aún siendo muy usados y efectivos en directo, a estas alturas no parecen tener salida. La misma Kinky lo canta en un tema "de qué sirve estar siempre en lo mismo", y se han puesto manos a la obra. La remodelación del grupo ha sido absoluta y han dejado de ser un grupo bien intencionado a crecer hasta una realidad incontestable. Todo apunta a que este año puede ser el suyo, y ocupar el sitio de un Macaco cada día más repetido, una Amparanoia de retirada, Ojos de Brujo en barbecho y Manu Chao desaparecido.
Ellos han apostado con fuerza por el internacionalismo, la mayor parte su material ya es en inglés (¡o ese ridículo español neutro que es una plaga fonética en este sector!) y han mutado hacia un sound system demoledor que bordea, cuando no se mete de lleno en la pista de baile, el jungle y el Drum & Bass.
La sección de ritmo (con el apoyo ocasional de la electrónica) se ha convertido en una señal de identidad de la actual formación: doble, con pailero y timbalero, que junto con un bajista a todas luces de iniciación en el metal, resultan brutales tanto en espesor como en precisión. A los habituales Matahary en la voz y Willy Fuego en las guitarras hay que añadir al italiano Luca Lombardo 'Rudeman', que es un absoluto espectáculo unipersonal, una tipo que sostiene él solo un concierto al borde de la deshidratación y que tras pasar por algunos grupos (Banda Bassotti, Muguruza...) es la adquisición definitiva de la Kinky y esencial para el directo actual. Recordando la empujadora y esencial figura de 'Garbancito' en Mano negra, de Rudeman es también la definición más aproximada de ese revoltillo que ahora practican entre el dub, reggae, drum & bass, skunk, latin-break beats... ¡y hasta un bolero!: 'música bastarda' le llama.
Se trataba de tocar su 'Karate beat', tercer disco sin contar el de remezclas de esta brigada internacional del mestizaje mundo mundial. Y no tuvieron el más mínimo problema de soltarlo entero, y es que aunque desconocido aún, "no habéis hecho los deberes" dijo la cantante, su severidad rítmica no necesita de ningún acercamiento previo. En ese disco está la versión también del 'Itaka Berrio' de Fermín Muguruza que tocaron, pero no los tres bises: 'María Cristina', 'Pirata capitán' y 'No es lo mismo'. Final eufórico de un grupo que tiene tal nivel de entrega con su gente (¡casi al cien por cien femenino!) que les pueden decir "y ahora vais a cantar esta canción" y callarse. Hasta los camareros bailaban. Están a punto de caramelo y en concierto resultan milagrosos: ¡levántate y baila!
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