Texto y fotos: Juan Jesús García
Saratoga: La edad del hierro
Pocos grupos que uno recuerde (Ñu y casi ninguno más) en el censo hispano han podido aguantar siete reestructuraciones sucesivas y seguir vivos. Pero el bajista Niko del Hierro ya desde su apellido indica su tesón, y él es quien sigue tirando de Saratoga desde hace dieciséis años. También es cierto que de no hacerlo hubiese perdido la energía invertida y el capital acumulado en estos años, que en el rock español ya se sabe es a un TAE mínimo. Dar de baja a vocalista y guitarrista de una tacada ha sido un torpedazo en la línea de flotación de Saratoga, pero como el original, han superado rápidamente su Pear Harbour personal, y tras un casting entre 100 cantantes (el grupo, está claro, se cotiza) eligieron a Tete Novoa (vocal en Shaigon) como nuevo portavoz en lugar de Leo Jiménez (curiosamente su profesor de canto), y al hipertécnico Tony Hernández en lugar del veterano Jero Ramírez. El cambio es perceptible en cuanto que Novoa tiene un registro estereotipadamente hiperagudo y es un cantante heavy de manual sin los registros paralelos de su antecesor, así como del clasicismo de Jero Ramírez no queda ni rastro ante la apabullante ejecución y el eclecticismo de Hernández, cuyos discos en solitario le señalan, como un G-3 de Salamanca.
Antes que ellos estuvieron tocando los malagueños TYR (en homenaje obvio a Black Sabbath) a los que el tiempo desalojó del escenario casi sin dejar que se despidieran para que salieran los vallecanos. A pesar de que es un momento magnífico para que arrecien la criticas sobre Saratoga, poco se puede alegar al directo poderoso y con hechura de grupo internacional que exhiben. La versión 7.0 parece bien rodada y encajada correctamente tras unos cuantos conciertos que llevan. Ni siquiera se esconden tras 'VII', que no tocan entero, aunque sí sus canciones emblemáticas ('Vuelo del halcón', 'Gran Mago' o 'Dueño del aire') y cuya magnifica recogida por el público (que llenó la sala y era muy joven, tanto que numerosos padres aguardaban en la puerta el término del concierto) señala la aceptación del renovado proyecto de Niko del Hierro. El bajista, por su parte, da la sensación de haberse liberado del co-liderazgo y reclama la buena parte escénica que le corresponde a su capitanía, la personal y la sonora: su bajo es un auténtico martillo pilón de los que cortan la respiración y, de cerca, hasta la digestión.
Recorrieron buena parte del repertorio 'de toda la vida' de Saratoga (el único grupo de metal español al que se le invita -a hacer el ridículo, bien es cierto- en los especiales de TV en nochevieja) remontándose hacia atrás según pasaba el concierto hasta terminar con aquel 'Vientos de guerra' con el que la edad de hierro dobló la esquina de este siglo.
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