Texto y fotos: Juan Jesús García
Hora Zulú: En punto
Como la navidad y antes su admirado Carlos Cano, Hora Zulú llegan a casa con el turrón. Y apretado como un gran almacén estos días suele ser su concierto hasta ahora anual (que han prometido otro para primavera), colgando el "no hay papel" en la taquilla una vez más, algo que no siempre sucede en esta ciudad con los suyos y siempre es un placer relatar. Tienen ya preparado el nuevo disco, titulado 'Creer querer/querer creer', pero como "tenemos tanta mala follá que no vamos a tocar ninguna" dijeron, mejor para la audiencia que al no haber novedad alguna se las sabía todas.
Delante ellos estuvieron los espesos Demiurgo, que fueron la sorpresa de la noche a la que se referían los Hora Zulú, aunque no para ellos ya que teniendo en nómina a la mitad de Perpetual, la densidad post Sepultura les tenía que resultar muy familiar. Los ganadores del Emergenza local fabrican un recio sonido de guitarras simétricas y un bajo reptante que se pude escuchar con fidelidad (está muy bien registrado) en el disco 'El primer día del mundo', cuya mención a su gratuidad en Internet, "os lo regalamos", fue muy aplaudido en estos tiempos de canon digital e impuestos indirectos. Que no hay que ser Radiohead para ser generosos.
Esta vez sin pagar servidumbres familiares ni demás detalles navideños (y eso que por allí andaban algunos de los Violadores del Verso que han colaborado en su nuevo disco) Hora Zulú se aplicaron en un concierto puro y duro, sin más interrupción que algunos problemas técnicos de unos instrumentos agotados ya al final de la temporada. Largo rosario de conciertos para un grupo que ha hecho del directo su fuerte, y se nota, están en su punto, ya que en el escenario se crecen y se muestran en todo su esplendor.
Estéticamente resultan apabullantes, con un sonido granítico y perfectamente engranado en el solo ocasionalmente hay lucimientos personales, lógicamente explotando la habilidad digital para el riff blindado de Paco Luque. La parte de la comunicación corresponde a Aitor Velázquez, responsable de la parte 'rapsoda' más que cantante, peculiar portavoz del cabreo vital de las letras del grupo, de su intransigencia y vehemente exposición: en directo es tan actor como agitador y sus movimientos de polichinela le han dado una personalidad escénica única. En el apartado del debe hay que anotar la sobreexplotación de algunos recursos rítmicos que dejan al grupo al borde de la redundancia; la nueva grabación resuelve este punto, dicen, con más imaginación y sin perder el atronador empaque.
Aparecieron iluminados en rojo, al son de los coros sin danzas de los soviets y con dos docenas de temas en el disparador. De ellos son ya importantes para bastante gente los estribillos de 'Agua de mayo', 'Yonky supaztar', 'Tientos', 'Que baje un rayo y me parta', 'Golpes de pecho' o 'Andaluz de nacimiento', esta última, y por terminar por el principio, continuadora del 'carloscanismo' militante de parte de la óptica del grupo.
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