Don Byron convirtió en una pista de baile su concierto de Jazz en la Costa
Don Byron pertenece a esa generación de músicos de la que John Zorn aseguró que escuchan de todo y son capaces de hacer de todo. Sean temas de los Beatles, grabar un disco de adagios, dar un concierto para niños, hacer hip hop o componer bandas sonoras de dibujos animados. La música de Don Byron surge de la intersección de diversas tradiciones y estilos. Salvo excepciones monotemáticas dedicadas al klezmer, música afrocubana y jazz clásico, sus proyectos atienden a discursos sin conexión argumental aparente. El clarinetista disfruta ejerciendo esa función polémica e indagadora que establece inusuales e inverosímiles relaciones estéticas en repertorios a los que no les faltan dosis de humor y controversia. En este caso se ha propuesto reivindicar una figura que le llegó en su infancia, la del saxofonista y compositor de la factoría Motown Junior Walker.
En Almuñécar se presentó con la misma formación que ha grabado el disco 'Do the boomerang' dedicado a Walker, un grupo bien ensamblado de soul-funk, conjurado en el empeño de limpiar el calificativo de frío y cerebral que suelen adjudicar al clarinetista, que para empezar se presentó tocando el saxo y no su instrumento estelar que solo asomó unos minutos en la introducción a una pieza. Música muy caliente y sanguínea hecha para bailar, algo que repitieron insistentemente al público ellos mismos, demasiado sujeto a sus butacas al principio para poder levantarse.
Tras un introducción ambiental muy selvática, en la que el cantante Dean Bowman asombró por su repertorio de sonidos guturales que esconde en su pecho o sus manos (utilizadas como una ocarina), el sexteto se aplicó en los bailables, sonido retro-construido, casi de bola de espejos, pata de elefante y plataforma en los zapatos, buscando el entorno de club con todos sus elementos: el temblor del Hammond por todo lados, una guitarra rompemuñecas y una sección de ritmo obsesiva e implacable. Si fue un estreno como saxofonista, muy soulero, con improvisaciones redundantes y haciendo mucho uso de las repeticiones de figuras, también se descubrió como cantante, aunque más bien tímido. De los éxitos de Walter en la década de los sesenta sonó uno de los más célebres 'What does it take to min your love' que fue el disparador para que el público se terminara definitivamente de levantar para bailar. Para que no hubiese dudas sobre su reconversión temporal hacia la música más física remataron la faena con 'There it is' una pieza prestada por James Brown.
El festival Jazz en la Costa termina esta noche con la presencia de Joshua Redman y su trío. Jazz en la Costa está organizado por el Área de Cultura de la Diputación de Granada y el Ayuntamiento de Almuñécar, con la colaboración de la Junta de Andalucía y el patrocinio de Cervezas Alhambra y la Caja Rural.
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