Con Atomic llegó la vanguardia a Jazz en la Costa
Tras un comienzo de festival apto y disfrutable para todos los públicos, el festival Jazz en la Costa de Almuñécar apretó la noche del lunes la válvula de la complejidad varios grados. El grupo Atomic llegaba precedido de todos los elogios de una crítica que se ha rendido a sus poliédricas ejecuciones, tan deudoras de la tradición del Freejazz como de la música de vanguardia europea. Recomendaciones triunfales de otros festivales que habían despertado expectación por comprobar cómo era el concierto de este quinteto nórdico, mitad suecos, mitad noruegos. Y esas esperanzas de enfrentarse a una música compleja, mucho, pero igual de nutritiva no se defraudaron tras una actuación muy estimulante en su imaginativa diferencia, y completamente excitante por las distintas y dispares direcciones en las que disparan la atención.
Tras haber agotado el diccionario de piropos en lo que afecta a la opinión crítica, la sorpresa del descubrimiento del grupo ha pasado ya a la historia para la mayor parte de la prensa especializada, que, ahora más que nunca, sigue muy de cerca la evolución de uno de las marcas más sólidas de la actualidad musical.
Atomic funcionan en directo como una máquina de precisión, con una perfecta compenetración de todos los integrantes lograda a base de una rigurosa dieta de muchos conciertos juntos, que es como se logran estas cosas. Magnus Broo como Fredrik Ljungkvist, dirigieron el grupo por caminos musicales diversos y sorprendentes, pero nunca podría faltar en una revisión a este grupo el formidable trabajo del baterista Paal Nilseen-love, cuya elasticidad, hipervelocidad y deslumbrante fantasía sostiene con todo tipo de cahivaches sonoros y recursos las evoluciones de sus compañeros el mundo de sus compañeros.
El combo utilizó material (por partes o todo junto) con fuentes tan distintas como las primera grabaciones que nos llegaron del sello alemán ECM (el pianista bebe directamente de Keith Jarrett), temas modernos con claras reminiscencias y desarrollos de la música contemporánea (Ligetti...), hasta otros con clara ascendencia y caída en la libre improvisación (se cita siempre, y con razón a Coltrane, Shepp, Ornette Coleman, Anthony Braxton, John Coltrane...hasta Radiohead, de quien hacen el tema 'Pyramid song'), eso sí, desarrollados con una fuerte carga musical, tensiones a punto de explotar y absoluta precisión rítmica. Exactitud ante todo.
El concierto fue impresionante desde el comienzo hasta el final, tanto en los pasajes melódicos como en los rítmicos; en el caos y en el orden; en los arreglos a trío, a cuarteto, a quinteto o a dúo. Su concierto fue, de alguna manera un recorrido cronológico por su historia, desde 1999 hasta ahora.
Comenzaron con el tema 'King Kolax' y la segunda mitad del concierto la usaron para presentar su más reciente novedad discográfica, el álbum 'Happy New Eears', que tocaron casi entero.
A pesar de que no fue un concierto en absoluto fácil, el público permaneció absolutamente imantado ante el complejo virtuosismo de Atomic, que al final tuvieron que hacer un bis añadido ante la insistencia de los espectadores más fervorosos de las músicas contemporáneas.
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