Texto y fotos: Juan Jesús García
Elbicho: Rock andaluz de hoy y de siempre
Elbicho es un fenómeno casi sociológico, una marca que llena donde toca desde mucho antes de tener si quiera un disco en la calle; sólo le falta ese empujoncito promocional que le corresponde a su discográfica para pasar de los mil-dos mil espectadores a los grandes auditorios veraniegos. Y es, además, de esos grupos que donde tocan repiten, algo que no se puede decir de muchos. Su paso por la Copera, en el último concierto de este curso en la sala no deja lugar a la discursión: tienen argumentos para convencer a todos.
Y de todo había en la sala, sobre todo chicas, en proporción de tres por cada uno, como si hubiesen tenido aquella entrada gratis que se ponía en la discotecas de pueblo; un surtido de personajes y tribus, desde el pijo 'multimarca' al hippie con el perro aparcado en la puerta pasando por los 'normales' el sentido más Rajoy del término. Y todos, unos 1500 a presión para ver a Campello y los suyos un poco más cerca.
Lo más raro que han escrito de su peculiar acercamiento a los sonidos sureños es que hacen "flamenco-prog-rock" , una suerte de 'recorta y pega ' que parte del rock andaluz y la periferia flamenca de Lole y Manuel Molina más que de Chacón, y que con muy buen engrudo les permite meter de casi todo por el medio, desde clásicos a copla, trompetas Almería-tex y hasta un sorprendente Silvio Rodríguez asomando como "hombre feliz que quiere pedir perdón por serlo".
La saturación de un entorno en el que el flamenco sirve para todo, desde para hacer scratch a psicodelia (Ojos de Brujo o Planetas) no afecta a Miguel Campillo y los suyos, cuya hondura formal, aún no calando profundo, sobradamente hace lo justo para que ritmos y quejíos, apoyados en la extraordinaria vitalidad del grupo, lleguen perfectamente a la audiencia. Y es que esta formación bebe de la fuente de la energía eterna, y al margen del atractivo de su contorsionista cantante, cuando la emprenden, y afortunadamente lo hacen muy a menudo, con largos desarrollos instrumentales llegan a parajes remotos muy estimulantes. Son ondulantes toboganes de recitados progresivos (entre King Crimson y los sevillanos Gong) con trepidantes percusiones santaneras y casi siempre soberbios picos de flauta que harían recelar al actual Ian Anderson que, según lo escuchado hace unas semanas, sin duda ultimaría un "¿ellos o nosotros?".
Y con la entrada de un concierto que estuvo a punto de hacerse en el Auditorio de Maracena, de recuerdo daban el cartel. Un regalo para el respetable que demuestra el cuidado con que Elbicho tratan a su gente; un detalle personalizado ("yo estuve allí") de todas las actuaciones que astutamente redunda también en la publicidad del grupo. Le llaman 'boca a boca', pero en realidad es inteligencia.
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