Texto: Javier Martín Chicharro
Fotos: Celia Mondéjar
Karaoke con actitud
¿Es un concierto? ¿Es una fiesta? ¿Es un concurso de frikis?... ¿Qué cojones es el antikaraoke? La respuesta no es sencilla. Podría decirse que Rachel Arieff (la novia yanki que todo ramoniano querría tener) se inventó hace años una fiesta en la que todo el mundo hacía lo que le daba la gana sobre el escenario. Tipos bien puestos de cerveza que, micro en mano, se animaban a cantar el "God save the Queen" de los Sex Pistols. O el "Blitzkrieg bop" de los Ramones. O el "I wanna rock" de los Twisted Sister. Canciones que nunca se encontrarían en los clásicos karaokes. Canciones que siempre cantaban en sus garitos favoritos sin que nadie les aplaudiera por ello. Así nació el antikaraoke. Un show en el que no falta el humor, la buena música, el Jack Daniels y las camisetas de rayas. Un show en el que se canta sin saber la letra y se toca la guitarra sin tener ni puta idea de lo que es un acorde. No importa. No importa la letra, ni los acordes, ni la música, ni la estética, ni el decorado, ni nada. Lo único que hace falta es tener actitud. Actitud para atreverse con el "You really got me" de los Kinks sin saber ni papa de inglés. Basta con llevar muñequeras negras y tirarse al suelo al final de la canción. Actitud.
El pasado 18 de abril, la Sala El Sol se medio llenó para vivir una intensa jornada de antikaraoke. Unas trescientas personas se lo pasaron en grande. La gente que a última hora decidió que no valía la pena acudir todavía se están arrepintiendo. No importa. El antikaraoke visita Madrid cada mes.
Al comienzo, Rachel Arieff se encargó de calentar motores con temas de Blur o Nirvana. Después dejó vía libre a los antikaraokianos madrileños. Unos cantaban perfecto. Otros no. Daba igual. La fiesta iba subiendo de tono. Todas las canciones elegidas fueron buenas. Motorhead, Weezer, Pearl Jam, Sex Pistols, Beastie Boys, Queen... Lo mejor del antikaraoke es que uno se sabe todos los temas. Y eso mola. Te pasas tres horas cantando sin parar y al final decides que tú también quieres subir. Pero ya es tarde. Hay demasiadas peticiones y el show se acaba. Así que el que canta la última canción decide invitar a todo el mundo al escenario a cantar con él. Y todos suben. Y bailan. Y cantan. Y se disfrazan. Y tiran cerveza. Ya no se sabe dónde hay más gente, si en el escenario o fuera de él. La fiesta toca techo. La música termina. La gente quiere más. Se grita, se aplaude, se silba, se chilla y se suda. Poco a poco el escenario se vacía. Rachel despide el show y el personal lanza los brazos al aire por última vez. El Sol se va apagando y fuera, en la Calle Jardines, el personal comenta la jugada. "Esto es de puta madre". Sí. La verdad es que el antikaraoke es de puta madre. Un concierto de puta madre. Una fiesta de puta madre. Una reunión de frikis de puta madre. Si alguien no ha ido todavía a un antikaraoke, que apunte esta fecha: 16 de mayo de 2007. Ese día Rachel Arieff volverá con su espectáculo a Madrid.
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