Texto y fotos: Juan Jesús García
Barón Rojo: Su rollo es el rock
La ley del péndulo se cumple una vez más en esto de la música en nuestro país, y tras pasar una larga temporada en tierra de casi nadie, el grupo de los hermanos de Castro vuelve a ser respetado y taquillero. Eso sí obviamente conciertos como el del Zaidín 2004 o el de anteanoche han colaborado lo suyo a que los madrileños vendan todo el aforo de sus conciertos, se respire admiración ante ellos (cinco o diez minutos antes ya estaba el público coreando su nombre) y que el respetable, lejos de ser de época, esté formado por jóvenes que no habían nacido cuando "las campanas ya lloraban por Bon Scott y todos los demás": sirva de ejemplo de su buen momento el reventón de la Tren, la supuesta oferta de un millón de euros por relanzar al cuarteto fundacional o ese disco rehomenaje que les han dedicado una decena de grupos ¡argentinos!. Antes de ellos actuaron Animaadversa (que ya tiene su primer disco: 'El otro yo') y los sevillanos Four Ways, bajo la atenta mirada de Carromato que también estaba anunciado en algunos carteles.
En una semana han pasado por aquí Coz y Barón Rojo, los dos nombres ligados a los hermanos Carlos y Armando, por activa y pasiva, ya que la carrera de segundo grupo se apoyó en el descrédito de los "desertores del rock con botas sucias" del primero. Cosas de la época. Pero más allá de la melena escasa de Armando y el rapado de camuflaje que luce Carlos, no parece que el cuarto de siglo que lleva el Barón por los aires (incluyendo la mitad, cunado renqueaba por los suelos), haya pasado factura a esta formación actual. La llegada del baterista José Martos (compañero en Niagara del bajista) ha aportado al grupo una pegada formidable, de la que patalea en el vientre, un perfecto engranaje con su socio y ente ambos en suministro de una muy sólida base para los hermanos. Definitivamente el Barón se mueve y además se le permite salir del circuito de la nostalgia: los nuevos temas de 'Ultimasmentes' encajan perfectamente en el repertorio (o los hacen encajar, que otro detalle a resaltar es el buen pulso con el que trazan el perfil de su concierto) y tienen puntos como ese medio tiempo en aceleración que es 'También por ti', que se convierte en su particular 'Escalera al cielo'. Los hermanos, bien gracias. Un muy delgado y anómalamente ausente Carlos, cedió todo el protagonismo a Armando, completamente desatado como solista arrollador, reservándose tan solo para él las partes cantadas con su agudo registro vocal y la mitad de los euforizantes doble punteos marca de la casa. Y Armando, referencia durante unas décadas en los guitarristas duros de este país, con (quiere ver este cronista), menos digitación estereotipadamente metálica y más vocabulario bluessy, a fin de cuentas el esperanto de este asunto.
El programa fue el obligatorio -obviamente- y un buen montón más de cosas que como 'Hombre de las cavernas', 'Caballo desbocado' , ' El centro de la tierra', 'El porvenir'...son nuevas; 'Born to be wild' o 'Highway to hell' entre otras todo lo contrario, y el resto revisiones muy reforzadas, robustas y muy abiertas de las de siempre. Pocas palabras y mucho rock, es su rollo.
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