Texto y fotos: Juan Jesús García.
Colina y amigos: Grandes de España
Tómese el titular con todas las reservas que estos tiempos territorialmente sugieren, y más estando un argentino y un uruguayo de por medio, pero es lo que hay: no son grandes, son enormes y son/están aquí, lo que sea esto.
Es una lástima que Javier Colina haya tardado tanto en titular su propio grupo, y más aún en editar su primer disco a su nombre (este año: 'Si te contara'; curiosamente teniendo, al parecer, una grabación inédita con Montoliu). Pero es lo que hay, difícilmente algún festival arraigado y veterano va a dar un sitio estelar en su programación (un sábado) una formación, con perdón, española; eso parece que sólo puede pasar aquí y ennoblece los criterios de selección del festival granadino. El cuarteto, por su parte, estuvo a la altura de la 'chance' y dejó en teatro Isabel uno de los mejores conciertos que se han escuchado en esta edición.
Hay artistas que se suben al escenario miran de soslayo y poco aprecio a la audiencia de no-se-sabe-donde-estoy-esta-noche, tocan a todo trapo, cobran y se van. Y otros que comienzan dando las gracias por asistir a su concierto, esas educación, tacto y delicadeza son parte de su carácter y también de la música de Colina. No vamos a descubrir al navarro para los aficionados al jazz, pero sí recomendarlo vivamente para el que se tropiece casualmente con estas letras, como ayer ocurrió con su concierto a más de uno, por ejemplo el que explicaba a su compañera que "Aquí el que manda es el del violín grande'. Y no sabe cuanta razón tenía, pues Colina es puro lirismo y emoción en los dedos, como el de un violinista, pero a lo muy grande.
El músico navarro es de los pocos que hacen hablar a su instrumento, con confianza y calidez. No es música lo suyo, sus introducciones son entrañables cuentos relatados con cariño en la cabecera de la cama que suenan a "érase una vez". Érase una vez Thelonius Monk, Charlie Parker, Cole Porter, Duke Ellington... Me cuesta salir de ese espacio ensoñador con este músico que va más allá de técnicas y partituras para dar una dimensión humana a lo que hace. Y además lo contagia, ahí es nada la contención y hasta mesura de Sambeat, el ajuste perfecto y sobriedad confidente de Mariano Diaz y el aunque McGuill comenzara algo altinsonante para perdiendo presión hasta quedarse en el plano justo. No sé si se llama 'efecto Colina', pero cuando mira desde el mástil con esa expresión ausente, su alrededores se recomponen dentro del cuento. ¡Que se lo pregunten si no a Dieguito El Cigala!
Por razones obvias, formación de bolsillo, aparcó su trabajo cubano para centrarse en algunos clásicos aunque no necesariamente muy estándares. Algunos del ellos ya habían sonado en alguna reunión previa como la que patrocina Miralta con buena parte de los presentes, por ejemplo ese allí rumbeado 'Epistrophy' que aquí sirvió de aperitivo. Remozaron en plan sureño un 'Love for sale' al que el cajón reubica geográficamente y ya el 'Star crossed lovers' "mando a parar": nunca una misma pieza a estado más lejos en dos versiones, por ejemplo ésta, bellísima y enamorante, y la que grabó Placido Domingo.
Los cuatro pertenecen a una pandilla cambiante y promiscua que con Chano, Miralta, Rosy, etc... han hecho grande el jazz en la Península Ibérica. Y conciertos como el del Festival el sábado lo confirman. Aunque luego digan simplemente "buenas noches" y no "by". Consuma productos del país, valen la pena.
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