Texto y fotos: Juan Jesús García.
Joao Bosco y Gonzalo Rubalcaba, la extraña pareja
En los últimos años se ha asistido a diversos encuentros entre los músicos de Brasil y Cuba, las dos mayores potencias musicales de Latinoamérica compartiendo la raíz africana de sus ancestros comunes. El filmado por Trueba de Bebo Valdés y Calinhos Brown ha sido lógicamente el más popular, aunque el flujo de corriente norte-sur siempre ha existido más allá de tener orichas similares. Volver a esos puntos comunes del pasado y del presente ha sido el ánimo de dos monstruos de las culturas de ambos países como Gonzalo Rubalcaba y Joao Bosco para realizar esta gira conjunta, que tuvo su antecedente directo en el DVD que grabaron todos los presentes con Ivan Lins. En palabras del cubano "un intento de colaboración", sin más.
En contra de lo que se anuncia en esta gira que está realizando, no es tanto la unión de dos figuras de la música contemporánea como la invitación de uno por otro, y Rubalcaba, al que le encanta compartir como hemos comprobado aquí y en Almuñécar, pues se apunta.
La bola negra les tocó por tanto a los aficionados amarilloverdosos, más que los amigos de la clave, ya que Bosco puso a los acompañantes (Ney Conceiçao, Kilo Freitas y Nelson Faria, compañeros en su reciente directo 'Obrigado gente') y por tanto marcó el tono del concierto (bossa, samba sincopada y canción en su mayor parte), y obviamente también el temario, el que este cuarteto había grabado en directo en ese disco: 'Odile-odila', 'Incompatibilidad de genios', 'Corsario', 'Linha de passe' ... entre otras. Mucha cuerda templada, aires de Powell (Faria tiene un concierto en su memoria) y esa manera tan emotivamente susurrante de Bosco al interpretar. A resaltar el vivo trabajo coloreador del baterista. De sus años históricos al lado de la cuadrilla de Vinicius se trajo a Granada dos clásicos de Jobim: 'Fotografía' y 'Aguas de marzo', esta última especialmente aplaudida por cierto.
En este tiempo de concierto Rubalcaba parecía más bien un disciplinado músico de sección, sin interrumpir en ningún momento el discurso del 'líder', incorporando apenas algunos subrayados y pequeños dibujos muy gustosos de escuchar en el entramado de guitarras del cuarteto base. En solitario, el joven monstruo habanero, recordó que su camino ha pasado de ser un espectacular mecanógrafo del piano, a un introvertido explorador de mundos interiores con el silencio como tecla comodín. De los temas de su disco de solos tocó 'Rezo' y 'Silencio', dos piezas que ilustran perfectamente con su titulo su actual mentalidad escasamente rítmica, y en la que el cubanismo le llega desde el Lecuona más espiritualizado.
Por fin, casi al final de la noche, conjuntamente ambos interpretaron un libre y maravillosamente refinado 'Drume negrito', el clásico que inmortalizó como nadie Bola de nieve, y fue el momento, quizás, en el que ambos mundo consiguieron fundirse por fin.
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