Texto: Jesús Casado y Mar Puerto.
Foto: Use and Abuse.
Sevilla acogía por segundo año consecutivo el Festival Spoken Word, festival internacional, donde palabra y música se unen en un género híbrido aún poco conocido en nuestro país. Género en el que se aúna el recitado de textos, ya sea poesía, prosa o prosa poética, con una música creada expresamente para acompañar a esas palabras... o viceversa.
En su segundo año el Palabra y Música ha comenzado a despegar tanto por volumen de público, repercusión y crítica. Pero aun así es una propuesta excesivamente elitista y arriesgada para una ciudad como Sevilla, demasiado preocupada en conservar sus tradiciones ancestrales. Circo de la Palabra Itinerante fueron los encargados de abrir el festival y sentimos decir que no estuvieron a la altura. Esta banda sevillana nacida en 1996 y compuesta de dos poetas (David Eloy y José M. Gómez) y cinco músicos trató de iluminarnos con su música de fusión y sus textos, pero no lo consiguieron. Quizás por una actitud en escena poco transgresora.
Tras ellos Jarboe, uno de los platos fuertes de este año. La ex Swans no desfraudó en absoluto y nos presentó lo que ella llama illustrated word: recitado y recitado. Acompañada de un sutil acompañamiento musical (teclado y coros) inquietó y desgarró como nunca utilizando lo que mejor sabe: el género terror. Y es que es eso lo que nos hizo sentir esta mito del rock gracias a sus letras, su interpretación y sus registros vocales que llegaron a alcanzar clímax de mutación al nivel de su trabajo con el grupo Neurosis. Chapeau. Luego Richard Hell y su muestra de spoken word. El ex Televisión y ex The Voidoids se centró en la lectura de extractos de sus dos novelas y algunos poemas, y realmente nos hizo pasar un buen rato, riéndonos a carcajadas gracias a "Go Now". Su primera novela la cual narra el diario de un rockero adicto, repugnante e inolvidable. El sábado comenzamos con Amor bajo cero, espectáculo en exclusiva para el festival y que aunó los talentos de Dogo, Julio de la Rosa y Ro Sánchez. Y eso fue lo que vimos, mucho talento sobre el escenario y tras las bambalinas. Música, palabra e imagen.
La música a cargo de Julio de la Rosa que ayudado por los loops que realizaba con su guitarra acababa superponiendo un entramado de armonías a veces chirriantemente explosivas. Excelente. La palabra por Dogo (Dogo y los Mercenarios) que con textos de "El Ángel" (desaparecido personaje de la "movida" madrileña y miembro de Los Escaparates) y propios demostró sus tablas, clase, elegancia y desparpajo. Excelente. La imagen de Ro Sánchez que supo deslumbrarnos con sus retroproyecciones pintando en directo sobre acetatos, dibujando con jeringuillas e incluso metiéndose una raya de... ¿? Todo a tiempo real y con una dulzura y belleza exquisita. Trío de excelencias. Les siguió el gran actor Pablo Cobollo (miembro de Soul Bisontes) que "tranquilo como un manco con camisa de fuerza" nos hizo llorar de risa con un humor inteligente y sarcástico sobre actividades cotidianas de todos los mortales. Junto a la interpretación de un par de canciones, la actuación se centró en la lectura de una serie de poemas o "testículos", algunos de ellos acompañados por varios cortometrajes en super 8 del mismo Pablo Cobollo. Mención especial para "El ruido de la cisterna sustituye al del mar". El único pero: una licitación excesivamente larga en el tiempo.
Jello Biafra realizó una actuación de spoken word pura y dura, sin música pero con un alto grado de compromiso político. Denunció sobre todo la pena de muerte, los excesos de la censura en EEUU, la falta de libertades y la imposibilidad de los ciudadanos americanos a acceder al pensamiento de otras sociedades actuales que no sean las de su país. Estuvo brillante pero también se excedió en el tiempo. El domingo último día del Festival se dejó notar por el escaso público que acudió al teatro. Comenzamos con Nushu, espectáculo ofrecido por Bruno Galindo (voz y samples) y Strand (música y proyecciones) que nos expusieron antiguos y nuevos códigos de escritura. Palabras que desaparecen para siempre, como el Nushu, idioma nacido en China hace 3000 años, y desaparecido en 2004 cuando moría la última persona que lo hablaba. Estuvieron brillantes y soporíferos por momentos. Mejorable.
No pudo haber mejor cierre para ésta segunda edición del Palabra y Música que la del rockero y poeta inglés Julian Cope. Este melómano, visionario e incomprendido artista nos aplastó con su puesta en escena que llenaba totalmente el escenario con su única presencia. Bueno y la de su bajo y amplificador que no dudó en maltratar a conciencia para extraer un sonido megalítico. En su poesía nos habló de su experiencia y conocimientos en cultura antigua y monumentos megalíticos, como los de Antequera, a lo que dedicó un poema bien extenso. Luego, una buena dosis de improvisación hizo que el público se rindiera a sus pies, gracias también a la particular musicalidad poética de sus letras. Poeta donde los haya.
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