Texto: David Martín Page.
Segunda visita en lo que llevamos de año del neoyorquino Rufus Wainwright a Madrid, esta vez dentro del ambiente íntimo y de musical de Broadway del teatro Coliseum.
Después de unos teloneros de cuyo nombre no quisiera acordarme y a la hora prevista con puntualidad cuasi británica, salió al escenario el bueno de Rufus con su habitual banda formada por 6 excelentes músicos y abriendo la noche con "Oh What a world" esa excelente joya de probablemente su mejor trabajo hasta la fecha "Want One".
El ambiente desde luego era fantástico para disfrutar de una velada íntima de excelente música y poco a poco fue desgranando lo mejor de su repertorio con "Natasha", "Go or go ahead" o "Sister" dedicada a su hermana Marta Wainwright y que sonó francamente bien (incluso despojada de esos arreglos tipo siglo XVIII).
Según avanzaba el concierto se notaba que Rufus se iba encontrando cada vez más cómodo e iba soltando sus habituales comentarios sarcásticos en los que no dejaba títere con cabeza (incluido él mismo) y que contrasta notablemente con el lirismo, la seriedad y el cuidado que desprenden sus composiciones. Depués "Old whore's diet", una versión más dinámica de "The art theacher" que para mi gusto no resultó muy afortunada (una canción en la que simplemente la voz y el piano de Rufus al escucharla te puede deja r completamente congelado) y esa maravilla llamada "Want" y "I don't know what it is" que hicieron las delicias del respetable.
También tuvo un bonito detalle en dedicar "Memphis Skyline" al gran Jeff Buckley y al igual que hizo en su anterior visita volvió a ofrecernos una bella versión junto a sus coristas del clásico de Leonard Cohen "Alelullah", además tuvimos la oportunidad de escuchar dos nuevas canciones en las que una de ellas titulada "Between my legs" sonaba realmente bien mientras que la otra era una canción para un recopilatorio de navidad que se publicará en breve (junto a otras de Emylou Harris y Marta Weinwright) y que dejo al público un poco indiferente.
Eso sí, hacia el final del show nos obsequió con una de sus habituales "performances" esta vez disfrazado de Jesucristo fashion (con cruz detrás y todo) y con máscara veneciana al rostro atacando un enérgico "Beautiful Child" que, sin duda, fue el momento más álgido de todo el concierto.
En definitiva, una gran actuación en la que si hay que poner alguna pega es la de que quizá falto algo de desgarro e improvisación y también que no hubo notables diferencias con respecto a su reciente visita anterior a Madrid en la sala Aqualung, eso si, Rufus sabe lo que hace y es muy consciente de su capacidad y de su calidad desbordante tanto a la voz como al piano.
Un auténtico crack, pero algunos quizá esperábamos algo más diferente. Quién sabe... puede que sea en la siguiente visita.
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