Texto y fotos: Juan Jesús García.
Dave Douglas: El cine mudo recupera la voz
Aparte de ser uno de los más respetados trompetistas del mundo, Dave Douglas es también un torrencial compositor que ha tenido que crear su propia compañía discográfica para dar salida a los dos discos (como mínimo) que publica cada año. Frenesí profesional que se complementa con un abanico de opciones y ofertas deslumbrantes; cabe concluir que aunque hay un sólo Dave Douglas deben ser varios a la vez.
En Granada estuvo ya hace cinco años en la formación de Masada que actuó en el teatro Alhambra en aquellos conciertos 'a traición' (todos los aficionados se enteraban de su existencia el día de después cuando se publicaban las criticas) que aparecían sin avisar. Al lado de John Zorn era el trompetista de los Masada que pasaron por aquí y luego grabarían en Sevilla. Pero en esta ocasión se estrenaba como líder tras un quinquenio frenético de actividades: tan sólo en el Festival de San Sebastián dio tres conciertos diferentes con tres proyectos distintos.
El último ha sido el que ha presentado en el festival de Jazz de Granada. Empieza a ser un estándar poner voz al cine mudo. Lo hizo BIll Frisell con Búster Keaton, nuestros Pegasus (Max Suñé, Arisa y Kitflkus) con Fritz Lang y en la Universidad granadina hay unas preciosas sesiones en las que pianistas de cercanías como Jesús Hernández o Teresa Lujan hacen lo propio. Douglas se ha fijado en la truculenta historia del actor maldito Roscoe Arbuckle, acusado y luego absuelto de violación y asesinato en una orgía para dedicarle su último disco, grupo y gira. Para muchos sería el primer encuentro con 'el gordo' Arbuckle, también con Douglas.
Las proyecciones de principios del siglo pasado sirven de apoyo a la parte central de estos conciertos que Douglas está presentando, no se trata de estrictamente de una banda sonora puesto que se ajusta relativamente a las escenas proyectadas, sino más bien melodías inspiradas por las secuencias o el personaje y que en ocasiones son más música incidental que el clásico acompañamiento, y en otras directamente música improvisada con pequeños apoyos de referencia en la pantalla.
Douglas es un músico muy abierto que igual hace versiones de Bjork que elogia a Radiohead, pero sobre todo reverencia a Miles Davis, tanto en el sonido de su instrumento como en su permeabilidad. Y como él ha encontrado un público añadido fuera del jazz entre los sectores más vanguardistas de las músicas populares. En este caso la mezcla de sonidos electrónicos, tratamientos inverosímiles como un piano eléctrico con efectos para guitarras o el añadido de un D.J. para crear un insidioso fondo de scratches y ruidos de vinilos envejecidos, le dan una pátina de contemporaneidad muy valorada por ciertos sectores. Ambientes de funk, de hip hop, de dance y de acid enmarcaron su propuesta de doble vida: con y sin imágenes. Dos opciones para el respetable y la última obligatoria para los del anfiteatro.
Este Douglas más asequible y hasta humorístico (en un músico de carácter áspero: nada más llegar preguntó si el teatro era también de 1492) sentenció su actuación con una sorprendente improvisación dialogando sobre los sonidos grabados de un bebé y unas toses de fumador, prueba definitiva de que el término límite no figura en su vocabulario.
Dave Douglas reivindica en el festival de Jazz de Granada la vigencia del cine mudo
Uno de los conciertos que más expectación habían levantado del programa de la XXVI edición del festival de Jazz de Granada fue el que la noche del domingo dio el respetado trompetista americano Dave Douglas, un músico inquietísimo y que en los últimos años ha fascinado a público y crítica por la variedad y disparidad de sus actividades. El Teatro Isabel lleno saludó al sexteto de este creador que traía una especial función audiovisual al festival.
En la actualidad Dave Douglas ha centrado su atención en el cine mudo de principios del siglo pasado protagonizado por un actor maldito como Roscoe Arbuckle, utilizándolo como excusa para dedicarle un disco y una gira: Keystone; que como la productora cinematográfica de aquella época, titula también a su grupo.
Las proyecciones de principios del siglo pasado sirven de apoyo a la parte central de estos conciertos que Douglas está presentando, no se trata de estrictamente de una banda sonora puesto que se ajusta relativamente a las escena proyectadas, sino más bien melodías inspiradas por las secuencias o el personaje y que en ocasiones son más música incidental que el clásico acompañamiento, y en otras directamente música improvisada.
El apoyo de las imágenes sirve de referencia al sexteto para controlar algunos tiempos y en mayor medida sus desarrollos. Douglas es un músico muy abierto que igual hace versiones de Bjork que elogia a Radiohead, pero sobre todo reverencia a Miles Davis, tanto en el sonido de su instrumento como en su permeabilidad. Y como él ha encontrado un público añadido fuera del jazz entre los sectores más vanguardistas de las músicas populares. En este caso la mezcla de sonidos electrónicos, tratamientos inverosímiles como un piano eléctrico con efectos para guitarras o el añadido de un D.J. para crear un insidioso fondo de scratches y ruidos de vinilos envejecidos, le dan una pátina de contemporaneidad muy valorada por ciertos sectores del público. Su concierto, ajustado a lo grabado y lo proyectado, fue un agradable encuentro con este músico cuya torrencial fecundidad tiene sorprendido al mundo del jazz.
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