Texto y fotos: Juan Jesús García.
Iván Ferreiro: Canciones pirateadas
La deriva de Iván Ferreiro tras mandar al desguace su galeón vigués no parece ir hacia mejor puerto, con toda la tela largada y medio millar de personas soplando, el que fuera cabeza visible de Los Piratas parece destinado a la gloria que se le resistió en su anterior etapa. De lleno en lleno (y el de aquí clamoroso: con bastante más gente en la puerta de la que cabía en la sala Tren) esta 'tecera parte' le está explotando de felicidad en las manos. En Granada se le vio radiante y con ganas de que no acabase nunca el concierto, algo en lo que coincidía con un público, que pasada la edad de ejercer de fans, estaba absolutamente entregado. Uno no pensaría que Los Piratas fuese un grupo referencial y que haya marcado tantas vidas, pero los resultados son incontestables y Ferreiro está recogiendo la afectuosa cosecha.
Su nueva etapa parece la lógica continuidad de los últimos tiempos del quinteto, más arrimados a los sonidos independientes y contemporáneos. Ferreiro ha hecho una lectura reduccionista del compromiso entre comercialidad y calidad que defendían los vigueses, nutriéndose como él de ambos sectores de público. Su órdago a la chica no tiene más argumentos que una guitarra (la de su hermano), la soberbia batería de Karlos Aranzegui y su guitarra, con tan solo un bordón de bajo para hacer las más elementales líneas de graves.
Pero claro, nunca se pude obviar su habilidad vocal (desde el timbre nasal aniñado hasta enrabietados rugidos) con excelente capacidad de maniobra cantando, y las letras, un banderín de enganche por su capacidad incisiva en la zona más emocional del oyente, y escritas con cierta intención poética. El resultado fue un ambiente de comunicación absoluto: desde la primera fila, a presión, hasta el algo más desahogado fondo de la sala, todos cantaron manos en alto tanto lo nuevo como lo anterior, con la sonrisa cómplice del que bordea la felicidad.
Por si no tenía bastante con la emotividad que despertaron canciones de sus Piratas como 'Equilibrio imposible', 'Jugar con los coches', 'Inerte' o 'Tan fácil' (esquivando, por cierto, buena parte del temario de éxitos mayores), hizo guiños a los Rolling, a Bunbury, al Último de la Fila y hasta a los Cero, amagando el 'Otros como yo' que incluyeron en el disco de homenaje 'Partiendo de Cero'. Recreadas todas con una apariencia cruda que no tenían los originales y que en algunos momentos crecían hasta verdaderas crisis ruidistas. Tras tocar entero su nuevo disco se reservó para el final esa rancherita quedona que es 'SPNB' y la marcial 'Ciudanano A', que ambientada con sonidos de helicópteros adquirió las proporciones de himno y que terminó de calentar las manos de los congregados. Y ante semejantes muestras de cariño, como no podía ser menos el trío regaló un segundo bis fuera de programa, agradeciendo el caluroso recibimiento y los besos de despedida. No hubo vuelta al ruedo porque no cabía un alfiler en la arena, pero se marchó por la puerta grande con todos los honores. Un buen tipo y un público de los que todos desean tener delante.
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