Texto y fotos: Juan Jesús García.
Marlango: Alrededor de la media noche
La sencillez, elegancia y nocturnidad del pop jazzificado de Marlango ha permitido al trío-quinteto convertirse en un grupo revelación desde una mínima independiente. El rostro de Leonor Watling ha ayudado, pero ha sido el boca a boca sobre todo el que ha difundido la excelencia de su contenido. En el primer concierto que daban en Granada, ya convertidos en un nombre de minoritarias-mayoritarias tampoco lo parecía por su contención y ausencia de espectacularidad. Marlango parece ese grupo que actúa borroso en cualquier club nocturno mientras el protagonista de la película agita la aceituna de su Martini y cierra algún negocio a poder ser muy turbio. Nada que ver con el gigantismo cavernoso Palacio de Congresos donde el tamaño es poco dado al clima de confesión tardía y humeante. Afortunadamente los piropos hacia la cantante nos devolvían a la realidad más cercana y espontánea de los actos humanos: desde el "¡guapa!" prudente hasta el explícito "¡te hago lo que quieras", y es que con la huelga de la construcción algunos no tiene que madrugar.
Vestida con un traje de corpiño y unas deslumbrantes botas rojas Leonor Watling es la cara y el alma visible del grupo. Petrificada como si le hubiesen puesto pegamento en el micro dista mucho de la desternillante vis cómica de la protagonista de 'A mi madre le gustan las mujeres'. Obviamente la chica Almodóvar concentra todas las miradas por más de que su estatismo sugiera no se sabe si una gran timidez o un divismo ausente e ingrávido por exigencias del guión. "Es que somos de pocas palabras" aseguraron por si alguien no se había dado cuenta, y las que cruzaron entre ella y el teclista (para la crónica rosa: su 'ex') los hacía parecer más bien unos Pimpinela de luxe. Infra-actuación perfecta para un clip en blanco y negro de intenciones snob pero que en concierto no termina de propiciar la comunicación, y eso que el público estaba por la labor.
Resulta raro que en la baraja de referencias que citan siempre falte Marianne Fatihfull, el ejemplo más cercano al universo Marlango, salvando las enormes y potentes vivencias individuales que los separan. La voz de la Waitling pretende las mismas grietas vitales de su garganta rasgada, amparándose en las guitarras de alta escuela del grandísimo David Gwynn, en el metal 'chetbakeriano' de su compañero Oscar Ybarra o el piano contenido, pulcro y a veces casi naïf de Alejandro Pelayo. Que con una rítmica muy ajustada completan el sonido Marlango, natural y de tracción manual, con apenas algún detalle añadido como ese megáfono en 'Enjoy the ride' y que parece más una concesión estética a la radio de los años treinta que sonora. Material suficiente para el embeleso tanto como para constatar sus límites, aunque cerrando los ojos 'ni falta que le importa' porque para eso está la imaginación.
Sin embargo, el reciente disco le ha dado alas al grupo en directo. Su mayor variedad junto con la seguridad escénica después de dos giras anima considerablemente su actuación, desencarrilándolo de lo esperado (o lo del año pasado) de forma que temas como la que lo titula 'Automatic imperfection', 'Arquiteture of lies" o la deconstruida en plan velvetiano 'My love' arrugan considerablemente el tono y el repertorio, alejándose del tono jazzístico-cabaretero y dejándolos a las puertas del rock: su versión blanqueada del 'Semilla Negra' de Radio Futura por ejemplo, que es además una señal de que en castellano también funcionan. Y es que ciertamente son un grupo vivo, fresco y en crecimiento. Su concierto en Granada así lo ratificó, ante un público que sabía a lo que iba y se mostró receptivamente respetuoso (salvo excepciones) en todo momento. Un buen concierto.
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