Texto y fotos: Juan Jesús Garcia.


Mujeres de dos mundos.

Cantaba Pablo Carbonell en una de sus canciones más celebradas que su 'agüita amarilla' circulaba desde la cerveza que se había tomado por todos los mares del mundo; desde ese punto de vista la misma medusa mediterránea puede viajar, pongamos que desde Torrenueva a Melbourne, razón suficiente (¿?) para que un grupo australiano como Naked Raven actúe en un festival denominado Mujeres del Mediterráneo. Fue el caso del grupo de Janine Maunder, Naked Raven, que abrió la segunda noche del ciclo este año en el anfiteatro de Peligros estrenándose por estas latitudes ante un auditorio tan lleno como observador. Tampoco su música es que invite a la participación, puesto que en sus cuatro discos este grupo ofrece un amplio capítulo de música templada y preciosista, pop de cámara con tiempos de medios para lentos y desarrollos ensoñadores cercanos al lied romántico más que al pop inmediato. La ausencia de bajo limita las posibilidades rítmicas, y su sustitución por el chelo aumenta la ingravidez de sus canciones, que en algunos pasajes recordaban los arreglos de cuerda y el lirismo de Renaissance.

Como contrapunto al modernismo 'nuevas tendencias' de Naked Raven el ensamble de Farida Mohammed Alí nos devolvió siglos atrás a la ancestral música medioriental. Algunas pancartas de 'No a la guerra' saludaron la salida al escenario de esta gran mujer, la primera voz femenina que se propuso cantar la música tradicional iraquí, habitualmente cantada por hombres, que defendió activamente la igualdad de géneros en un país musulmán y que llegó a ser condecorada por el mismísimo Sadam Husseim.

Consumada intérprete de maqam, tradicional interpretación mesopotámica de cinco partes: introducción (Tahriir), exposición (Qita/Awasal), evoluciones del cantante a lo largo de la escala (Al-Djalsa y Mayanat) y final (Tasliim), realizada sobre poemas antiguos o no. Piezas por tanto muy largas de más de quince minutos en las que había espacios para la improvisación a cargo de la jozza (instrumento que se toca como el violín) y el qanun (suerte de cítara), con el acompañamiento de las flautas sobre las hipnóticas percusiones del riqq, la darbuka y los bongós. La voz de Farida hipnotizó al auditorio hasta el estremecimiento, en ocasiones por la gran tristeza que podía trasmitir, en temas como el 'Maqam saba' inspirado y dedicado a la ciudad de Bagdad. Aunque no todo iban a ser penas, y su actuación terminó con un nutrido grupo de espontáneas bailarinas de danza árabe a golpe de cadera delante del escenario.

Su concierto fue grabado por el programa de Radio3 'La bañera de Ulises' que lo retransmitirá en las próximas semanas con un reportaje sobre ella y el resto de las participantes en Mujeres del Mediterráneo 2005.