Texto y fotos: Juan Jesús Garcia.
Mujeres de secano.
El ciclo de la Diputación de Granada, Mujeres del Mediterráneo, ha cambiado el bello marco del Parque del Majuelo sexitano por el anfiteatro de Peligros. Musicalmente la diferencia no se nota tanto como estéticamente, y más que lo hará si se hace itinerante alejándose cada vez más del Mediterráneo. Cosas de palacio.
La jovencísima compañía Estuaria recibió los primeros aplausos del Festival por este año. Llama la atención la seriedad de su actuación a pesar de su corta edad. Sus dos cantaoras, la una con una hondura impropia de sus años y la otra clásica y caracolera, un guitarrista técnicamente perfecto al que el tiempo dotará del ataque necesario y un percusionista justo en los suyo, fueron la base para el baile de sus tres compañeras. En el año de existencia este grupo ha resuelto un repertorio muy variado, que empezó por tientos y tangos y se cerró por bulerías, poniendo el vello de punta en unos martinetes sin amplificar, cara a cara entre ambas cantaoras.
En un ambiente relajado y familiar, el auditorio se llenó con Estuaria. Los niños formaron parte del espectáculo bailando el los alrededores del tablero y algunos adolescentes menos atentos se saludaron con el "¡Qué pasa neng!" tan de moda esta temporada. Todo muy fresco y natural, aunque no los sea tanto (¿o sí?) que los ciclomotores pudieran pasar a escape libre por detrás del mismísimo escenario rompiendo con su petardeo la magia del espectáculo.
Mujeres del Mediterráneo se ha caracterizado en ocasiones por descubrir los conciertos de algunas grandes artistas inéditas por aquí. Es el caso ahora de Dobet Gnahoré, como en años anteriores lo fue la saharaui Mariam Assam o la colombiana Petrona Rodríguez entre varias más. Apenas conocida por aquí más allá de alguno de los admirables recopilatorios de la colección Putumayo, Dobet y su grupo resultó todo un espectáculo con mayúsculas, de los que secuestran los sentidos e irremediablemente ponen la piernas en movimiento.
Producto francés, Donet es un portento vocal y gestual. Cantante de voz recia, grave y poderosa, bailarina electrizante y hasta contorsionista, esta mujer hace sencillo lo complejo. Como el acompañamiento, de tres instrumentos como máximo pero con una cobertura vocal que la hace sonar orquestalmente, sobre todo con el apoyo del bajista Colin La Roche, su mano derecha.
Esta joven y fibrosa cantante se caracteriza también por cierto panafricanismo, que la lleva desde su Costa de Marfil natal a utilizar ritmos de otras procedencias a los soukous y afrolife originales; sea la rumba congoleña, aires mandingas, brasileños, puntos jazzísticos, la cuadratura del rock o cantos griot. Con un cancionero incluido casi todo en su disco 'Ano neko', salpimentó su frenético y vital directo con hermosos momentos de intimidad, como el del tema 'Dofuil', tan sólo a voz y con la profundidad líquida del hudu (la botija famenca o udu) como único acompañamiento, dedicado a su madre y a "todas las mujeres que habéis venido". Anótense el nombre: Donet Gnahoré, y preparen el uniforme de bailar.
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