Texto y fotos: Juan Jesús Garcia.
Habana Blues Band: La otra mitad de la Habana.
La película de Zambrano ha sido la inspiración para la organización de esta gira que lleva el nombre de su último rodaje. También ha sido la llave para descubrir que bajo el estereotipo de la música cubana bulle una generación con lenguaje diferente. Y de paso para rejuvenecer el público que se acerca a la música de la mayor de las Antillas, de modo que la mayor parte de los que se asomaron a este concierto superaban la veintena por poco, haciendo bulto junto con los cubanófilos establecidos y militantes y con escasos representantes de la Cuba exterior, para los que el precio, cualquier precio de entrada, puede ser obstáculo insalvable.
Free Hole Negro (juego de palabras sobre la legumbre base de la dieta cubana) son el primer multigrupo que se despega de la nave nodriza del director cordobés, sus 'Superfinos negros' en cedé está ya en la calle. Una formación de tres MC´s y siete músicos más representantes del trabajado Hip Hop isleño que no tiene reflejo en el éxito de Orishas. Los tres maestros de ceremonias dan salida a un crepitante sonido bien alimentado por el fulk y el soul, con detalles muy jazzys, estampa blackpotation y mucha reivindicación racial. Un grupo a seguir más de cerca.
Tras ellos la sorpresa: "¡me los han cambiado!". Y es que buena parte del millón de espectadores de la película o los que han comprado el disco hasta hacerlo de oro no se han leído la letra pequeña, donde dice que los que ponen la voz son unos y los que ponen la cara en la cinta son otros. De todas formas un provocador y exhibicionista Boris Larramendi, melena al viento y torso descubierto a lo Iggy Pop, mucho más abajo del ombligo, compensó con carne las ausentes miradas melosas de los dos protagonistas.
Se echa de menos la voz suntuosa de Equis Alfonso en sus temas, pero tanto el roquero Boris como el semi-sonero Kelvis (la mitad de Habana Abierta) más o menos cumplen con un repertorio al que añadieron cosas de sus muy recomendables discos propios para completar el tiempo razonable de concierto. A destacar por detrás el trabajo del maestro Eduardo Pineda, del guitarrista Dayán Abad y el baterista Kike Ferrer, insustituibles en lo suyo.
El variado repertorio de la BSO, obliga a que el concierto lo sea también, para bien de los oyentes, propensos al baile y generosos en los aplausos (y por lo que se vio después en los camerinos también grata compañía). Material de autor que se abrió con el fuerte riff de 'Cansado' y se cerró en plan hard-son con explícito 'Habaneando'. Un repertorio de éxito (¡se las sabían todas!) y que de haber funcionado mejor en los cines hubiese propiciado la alternativa joven y pujante al Buenavista Club Social. Un recambio necesario para hacer justicia a los miles de músicos cubanos de este siglo y no de mediados del pasado.
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