Texto y fotos: Juan Jesús García.
Mudado un poco más lejos (cada vez un poco más) comenzó la noche del jueves 8 de septiembre ese paquete de conciertos anuales que se conoce como Festival del Zaidín: el Promorock, la Noche Mestiza, y el Festival del Zaidín propiamente dicho, esta noche, 9 de septiembre. Mientras se soluciona el debate sobre su ubicación o no en el interior del estadio Los Cármenes, el nuevo recinto ofrece una capacidad algo menor que el tradicional y hoy sin duda se quedará pequeño, también se ofrece un acceso 4x4 y cierto aroma a vaquería que sitúa al espectador donde está: en pleno campo.
El frío se hizo notar en la jornada inaugural, con media entrada larga en el momento de mayor afluencia (unas 8000 personas) aunque como ocurre siempre en este Festival gratuito el trasiego de personal hace imposible calcular la cantidad total de espectadores y curiosos.
Rocken y Cincoduros abrieron la noche, que daría paso a la verdadera estrella del cartel: la Carromato Band. Habitual como espectador de todas las ediciones desde el lateral del escenario José Ibáñez realizó su sueño de pisar las mismas tablas que sus ídolos. Amigos de Muro y Saratoga le han ayudado a grabar una maqueta y otros colegas de Harakiri, Silverfish, Mago de Oz y Arianne le apoyaron en directo. 'Carromato' como tema de sintonía sirvió para que José fuese el hombre más feliz del mundo por una hora, en la que además pudo cantar temas de Saratoga ('Ojo por ojo'), Sangre Azul ('No eres nadie'), el significativo 'Vamos muy bien' de Obús y la 'Noche de rock and roll' de Barricada, con una banda volcada alrededor de su silla y un público absolutamente solidario con el día grande de José.
Por aclamación popular regresaban Eskorzo a su barrio. Recién llegados de Alemania, donde llevan más de sesenta conciertos esta temporada, la multiformación se vació sobre la gente que lo sigue, cada vez con más ceros en la cifra de conteo. A estas alturas el grupo que encabeza Toni es un huracán de ritmo y color que rebusca en todas las músicas populares para encontrar inspiración. Su querencia por los patrones jamaicanos recuerda su origen 'manuchaista' pero no es más que una plataforma de despegue para visitar paisajes cariocas, napolitanos, balcánicos, caribeños, magrebíes... que ensamblan sin que se noten excesivamente las costuras, a base de una energía casi sobrenatural y removiendo el ajiaco con mucho sudor como engrudo. Su cantante es casi más un agitador de masas con el don de saber encauzar y utilizar en beneficio propio la realimentación del público. Volvieron a triunfar en toda regla.
Pocos grupos se atreverían a salir tras Eskorzo, pero Reincidentes están ya de vuelta de casi todo. Comienzan a peinar canas y ocultan algún centímetro de tocinillo tras las guitarras (¿se explica por ello la sobredosis de humo que los hizo actuar entre nieblas?), pero desde hace años su resolución en el escenario es absoluta y su lengua se mantiene afeitada con triple cuchilla. Nunca han brillado por su originalidad, "ni falta que les importa" ya que ellos van a saco ametrallando con bala gruesa y áspera sin subterfugio alguno: las cosas claras y el rock espeso. Si acaso al festirock cantinero de cosas como 'Rip rap' y 'Cucaracha blanca', a los 'enramonecidos' 'Rabia' y 'Resistencia', el toque sudista de los himnos tipo S.O.C. y el aflamencamiento a ráfagas de algunos temas ('Dolores', por ejemplo) aportan rasgos personales a un grupo que tiene en 'Jartos de aguantar' su principal banderín de enganche. Habituales del homenaje, de los que han hecho a sus 'padres' e ideólogos como Silvio Rodríguez o Rosendo, en el Zadidín les tocó el turno (de nuevo) a los de El Drogas con su 'Balas blancas'. A las cuatro de la mañana tocaron a retiro, pero por la gente hubiesen estado hasta el amanecer, "en el que las alamedas se abran para el hombre nuevo" y etc, etc.
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