Lanuza no se rinde.
Texto: Paco Salas.
Fotos: José Rojas.
Lo que ocurrió la noche del jueves no es frecuente verlo en otras partes. Aquí sí. Tras una tarde de tormentas pirenáicas, que son tormentas pero a lo grande, y unas pruebas de sonido dificultosas, todo estaba preparado para la función en Lanuza. Dudas, nervios, comentarios resignados y demás temas que salen a colación cuando se presenta una noche como ésta. La expectación era máxima tanto por el público asistente como por los músicos que debían tocar.
A las 21:45 h. hacemos el primer intento de bajar a Lanuza y a cien metros del hotel Nieve-Sol, nos cae una granizada de esas que te parece que estás entre dos fuegos cruzados y te las dan por todas partes. Nuestra conductora, Mª Luisa, da media vuelta y nos dice que así ella no baja al auditorio, que el que quiera se busque la vida por otro lado y punto. Cigarrito pacificador y a esperar que pare la tromba. Y para. Y nosotros a Lanuza tirando millas, a ver qué pasaba. Y pasó lo que tenía que pasar allí, es decir, que tras unas dudas iniciales salen a saco los Couscous Party para hacer su homenaje particular a fela Kuti y al afrobeat.
Esta formación aragonesa nacida del impulso de tres de los componentes de Los Especialistas a principios de 2004, incorpora a un percusionista, un teclado y un bajo, y en el directo a cuatro vientos más, con lo que nos encontramos encima del escenario a diez mendas con ganas de dar guerra, tras la sinuosa espera. Y les aseguro que la dieron y en demasía. Así, con unas pequeñas intervenciones habladas de Gonzalo de la Figuera (percusionista del grupo y crítico musical) entre tema y tema, fueron desgranando todo su repertorio a un público entregado, desde el principio hasta el final, confirmando que la propuesta musical que llevan es muy vacilona y con suerte se pueden hincar de tocar donde se presente.
Con estos mimbres, le dieron paso a un Ismaël Lo
aterido y flipado con el aguante de la gente en una noche tan fría y tan caliente a la vez. El senegalés se presentó con un grupazo de los que da susto, musicalmente hablando, claro. Y con ellos y con la gente se recreó con su preciosa y gran voz, que tomaba en este escenario tan particular una sonoridad inusitada.
En el tarareo de "Afrika", himno para la paz en Africa y en el mundo, comenzó de nuevo a llover en serio. Pero allí no se estremecía ni Dios. Algunas carreras para cubrirse en las carpas, pero el grueso de gente al pie del cañón, e Ismaël Lo viendo el paño, se crecía cada vez más para gusto de todo el personal que estábamos viéndolo.
Primera despedida diluviando y la gente pidiendo otra y otra más. Ya les digo, un espectáculo difícil de ver en otras partes, pero que aquí aparece de forma natural, porque deben recordar que: Lanuza no se rinde.
Ismaël Lo arrebató los corazones de los espectadores de Pirineos Sur.
Ismaël Lo desplegó su mágica voz en el Auditorio de Lanuza y conquistó los sentidos de los espectadores ahí congregados. Los sonidos africanos unidos a la cálida y sedosa voz del senegalés, a su maestría a la hora de tocar la armónica y la guitarra y a su entrañable simpatía lograron atrapar los corazones de los espectadores, y hasta los de la lluvia y de los abundantes relámpagos que se conjugaban con los efectos de iluminación del espectáculo.
El músico senegalés no desafió a la tormenta, sencillamente, con la amabilidad que lo caracteriza, la acogió, la recibió y la invitó a sumarse como protagonista y espectadora al delicioso espectáculo que origina su música. Mil doscientas personas tuvieron el privilegio de ser testigos de este irrepetible espectáculo en el que naturaleza y música interactuaron de un modo tan apasionado la primera, y tan dulce la segunda. El artista brilló como una estrella de esas que no había anoche en el cielo del Auditorio, y su brillo fue haciéndose más intenso y más emocionado conforme avanzaba el concierto.
Con un español atrevido, simpático y perfectamente comprensible, Lo se comunicó con su público, porque eran suyos de verdad todos los espectadores que allí había. Se mojaron y soportaron todas las inclemencias del tiempo, y en esa tesitura corearon con afán Jammu África, el tema que el cantante presentó como un himno por la paz, por la paz en África y por la paz en el mundo.
Ismaël Lo se quedó solo en el escenario para interpretar su canción más sentida: Tajabone. Su guitarra, su armónica y su voz en un lado; en el otro, el silencio, el arrobo y la entrega de los espectadores. Como testigo, la tormenta. Sin duda un momento irrepetible que pasa a formar parte de lo más intimo y emocionado del festival Pirineos Sur.
El concierto de Ismaël Lo fue precedido por el de la banda zaragozana Couscous Party, adscrita a la fusión de ingredientes electrónicos y ritmos africanos, con el latido del afrobeat y la herencia del gran Fela Kuti, sin olvidar las enseñanzas del afrofunk de Manu Dibango, las sonoridades magrebíes o los ejercicios de electro-soukous. Integrada por algunos componentes de Los Especialistas, la banda utiliza tecnología digital y programaciones, ordenadores y samplers, pero sin renunciar a los sonidos orgánicos de una banda de formato clásico, de músicos tocando sus instrumentos.
Couscous Party ofreció un concierto de gran calidad musical y con efectos escénicos que sorprendieron gratamente al público. La banda ya actuó y encandiló a los espectadores de Pirineos Sur el año pasado, en el polideportivo de Sallent. En esta ocasión, en el escenario principal del Festival ha vuelto a transmitir una excelente imagen, más pulida y perfeccionada.
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