Texto: Vicky Peinado.
Fotos: Sergio Navas / Juan Jesús García.
Las oleadas de aplausos que se sucedieron incansables, durante la noche del lunes 18 de julio, mientras Kenny Garret y sus "compinches" disparaban su música a bocajarro, no fueron fruto de la coacción. Yo fui testigo de lo sucedido y he de decir... ¡Sí, lo confieso!, también participé en aquella orgía de música sensual y sugerente.
El comienzo de la sesión me hizo recordar "El Perseguidor", de Cortázar, Kenny Garret en aquel momento me pareció que encarnaba a la perfección ese papel. Notas inquietantes manaban del saxo, lenguaje de antro, tipo años veinte, batería vertiginosa (Roland Brunner).
Inmediatamente después aquello dio un giro de ciento ochenta grados, el pianista (Carlos Mckinney) pasó al teclado, Kenny Garret quedó voluntariamente en segundo plano y, teclado, contrabajo y batería tomaron el escenario, el ritmo se tornó envolvente y la atmósfera sinuosa, como si se arrastrase; luego, velocidad e intrepidez lo saturaron todo.
Se sucedieron los cambios, los contrastes: desde el jazz más purista a la fusión insólita.
Solos de saxofón desgarradores, como la expresión máxima de una verdad interior, un teclista entregado y frenético, con el ritmo marcado por un estupendo contrabajo (Kristopher Funn): el vértigo por toda sensación, hasta hacernos caer a todos en una especie de sueño febril.
Kenny y los suyos demostraron que en el jazz cabe todo, mezclando ritmos urbanos, que van del intelectualismo jazzístico más exigente a lo más profundo del corazón de las calles. Un viaje en el que el público fue parte activa, durante las canciones interminables en busca del aplauso, un viaje del que se vuelve tarareando sin cesar: "barará-rarapá-barabá".
Kenny Garrett levantó al público de Jazz en la Costa
Con todo el auditorio de el parque de El Majuelo lleno, el saxofonista Kenny Garrett dio un concierto arrebatador que hizo olvidar el derecho a asiento de la entrada: todos terminaron bailando al ritmo rapeado de este joven líder.
Tras el primer fin de semana con un carácter netamente español en Jazz en la Costa, Kenny Garrett es el primero de los nombres internacionales que ha aparecido por el escenario del Festival, donde ya estuvo hace tres años aunque como escolta de Roy Haynes. Jazz en la Costa está organizado por la Diputación Provincial de Granada y el Ayuntamiento de Almuñécar.
Garrett es, sin duda, uno de los fenómenos sueltos que andan por el jazz actual aunque no haya obtenido el reconocimiento que merece masivamente. Pero pasar de ser un músico de culto a uno masivo depende tan sólo de más incontestables conciertos como el que dio anoche en Almuñécar.
De sonido visceral y de impactante lirismo en sus composiciones, su música se entrelaza con los ritmos urbanos -funk, hip hop, y hasta cierto toque smooth y su discurso versátil y libre se refleja en sus colaboraciones con la Orquesta Sinfónica de Nueva Jersey, con el hip hop de Gurú, el rock de Sting, Peter Gabriel o el jazz de Woody Shaw, Fredie Hubbard y Art Blakey, entre otros muchos.
Su concierto en Almuñécar rompió los moldes habituales en este tipo de actuaciones, ya que aunque este saxofonista ha pasado por algunas fases revisionistas en la actualidad mira más al futuro que al pasado, su música se entrelaza con los ritmos jóvenes e insurgentes de los barrios que, en realidad, han surgido en los mismos sitios pero con treinta años de diferencia.
El disco 'Estandar of language' fue el programa de su actuación, ejecutado con vivacidad y una fogosa energía, alto volumen, velocidad, un sonido muy fuerte y orgulloso -con un ataque en ocasiones durísimo- y en otras dulce y untuoso como en la envolvente balada 'Just a second to catch'. Desde el ruido suburbano hasta la placidez limítrofe con el silencio, Garrett se movió con tanta autoridad como naturalidad. Si, tras salir en tromba con un potente ejercicio de posbop, reinventó un estándar de Cole Porter y toco fondo lírico con el soprano en la balada mencionada, la segunda parte de su actuación optó por los bailables y a ritmo de funk, rap y hip hop subió la temperatura de la audiencia hasta convertir el festival en una gigantesca pista de baile.
El miércoles llega a Jazz en la Costa el músico vienés Joe Zawinul, uno de los nombres más esperados en cualquier festival donde se anuncie. Su historia es larga, su leyenda se estira aún más: Maynard Ferguson, Dinah Washington, Cannonball Aderley, Miles Davis, Weather Report...son algunos de los nombres asociados a él. Zawinul firgura como inventor de un nuevo concepto de música híbrida que, de él en adelante, se llamó 'Música Étnica', aceptada incluso ya como género. Se dice que con el disco 'Black Market' de W.R. comenzó todo. En los 90 funda The Zawinul Syndicate como una prolongación natural de su anterior grupo y donde desarrolla hasta hoy su música, orientada en direcciones plurales.
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