Texto: David Martín Page.
Rufus Wainwright: Melodías de luz y de color.
Ciertamente había no pocas expectativas depositadas ante la visita de Rufus Wainwright a Madrid y hay que decir que cumplió sobradamente ofreciendo un tremendo show que ofreció una exquisito sonido y además no tuvo desperdicio alguno, pero vayamos por partes:
La noche comenzó con la actuación de "Joan as a Police Woman" y que basicamente consistía en una chica morena bastante sexy que por medio de una excelente voz aterciopelada y un piano cristalino deleitó al poco, pero entregado público que tuvimos la oportunidad de disfrutar de su "teloneo". Además esta discípula de Fionna Apple y Feist resultó ser una de las dos coristas de la banda de Rufus y que posteriormente a lo largo del show concentró gran parte de las miradas de los varones heterosexuales que se encontraban allí. Una auténtica delicia, vamos...
Y por fin, poco antes de la hora anunciada salieron al escenario los seis miembros que acompañan a Rufus en su gira europea y después... tachaan!! el cañón de luz iluminó a la gran estrella de la noche, el gran Rufus de la dinastía de los Wainwright aparecía en escenario con su elegancia y chorro de voz habituales, desgranando una a una, canciones tan bellas que se asemejan a pequeñas piezas de orfebrería fina y que conforman sus discos "Want one" y "Want two".
Ante los ojos de los asistentes y perfectamente arropado por sus seis músicos acompañantes desfilaron temas como "Gay Messiah", "Sister" o "Old Whore´s Diet", y es que practicamente ningún estilo se le resiste al bueno de Rufus: Folk, Crooner, Pop Psicodélico, etc., todos interpretados desde una personalidad dulce y penetrante que abarca desde el intimismo absoluto al despendole más divertido.
En el capítulo de versiones una camaleónica recreación del clásico de los beatles "Across the universe" (practicamente parecía suya) y un "Alelullah" solitario al piano que helaba la sangre al más puro estilo de la versión de Jeff Buckley ( al que, por cierto, les unen varias cosas como artistas), además de una imposible versión cabaret-pop de "El bolero de Ravel" y, como no, también incluyó en el repertorio canciones de sus progenitores Loudon Wainwright y Kate Mcgarrige que destilaban ecos de una dinastía musical prodigiosa y envidiable.
En la parte final del show llegó lo más divertido, fiel a su "Glamour" Rufus y su banda se quitaron la ropa y la vergüenza e interpretaron una serie de canciones ataviados con lentejuelas, tangas, látigos y lencería fina, mientras todo aquello sonaba como una orquesta de luz y de color que desprendía sonidos a prueba de Gourtmet. Después unas batas y vuelta a la seriedad, como si no hubiera pasado nada, así que después de dos hortas... fin del concierto y el público entusiasmado, se puede pedir más?.
En definitiva, ver a Rufus WainWright en directo viene a ser algo así como mezclar en una batidora las voces de Thom torke y Robbie Williams, el sentido del humor Almodovariano, la elegancia despreocupada de Bowie y Chris Isaack, la locura gay de Freddie Mercury o Elton John y las condiciones espectaculares de un Jeff Buckley o una Judy Garland.
En fin... que va muy sobrado, vamos.
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