Texto y fotos: Juan Jesús García.
Astrud: Versión bolsillo.
Si algún calificativo cabe a lo de este dúo electroacústico de catalanes es el de singular. Que no es poco, y que muchos valoran como excepcional en un panorama donde la uniformidad es virtud. En un Planta Baja a rebosar, como en su anterior visita, Manolo y Genís se ofrecieron en versión reducida, sin sus acompañantes, formación básica que condicionó lo escuchado, muy diferente a lo grabado, donde gustan de salir más abrigados. Si no fuera por que usaban un buen puñado de regletas de conexión para sus teclados y ordenador hubiera podido ser perfectamente un 'Astrud desenchufado'.
Desde que esta extraña pareja se dejó ver han levantado una considerable corriente de simpatía su favor. Nombres muy ilustres ha firmado inmediatamente en su libro de visitas con un incondicional "Para lo que queráis". Ellos, en cambio, no han parecido tener demasiada prisa en apurar su rato de gloria. Más bien se han centrado en refinar sus grabaciones, en ordenar un poco su oferta y concretar lo que iban a dar a cambio de una entrada: ese concepto de candoroso pop falsamente elemental y casi naïf de puro minimalismo, con algunas letras cargadas de dobleces y no poca ironía o sentido del humor.
A diferencia de su primera visita, en la que la improvisada puesta en escena daba el aspecto de un concierto de juguete, ambos tienen mucho más medido el trabajo de cara al público, y aunque éstas fueran tan sonrientes como las de la otra vez, no utilizaron la complacencia para cubrir errores o desafines. Manolo estuvo perfecto en la practica totalidad de sus intervenciones, incluso haciendo malabarismos y quiebros vocales o esos falsetes que recuerdan a Wim Merterns, y Genís justo en los suyo, que fue elaborar los colchones de audio, generar los bucles de ritmo y acompañar desde los teclados o el vocoder el magro sonido de la guitarra acústica y en o ocasiones una especie de cuatro dominicano de difícil sonorización.
Acostumbrados a los Astrud más dicharacheros y tecnoye-yes, ya su 'Performance' avanza un tempo más lento y un mayor regusto por el trabajo de arreglos, que en este concepto de concierto de bolsillo pudiera traducirse en distante y oscuro en vez de serio y sentimental, casi en términos de confesión cantautoril como en 'Me desdigo' o 'He vuelto' por ejemplo, dos ejercicios difíciles para Manolo que resolvió cantando con soltura, seguridad y escasa red por parte de su socio. Pero cuando parecía un concierto más propio de la Tertulia que del Planta Baja, cosas más armadas como 'Nuestros poetas' o la desternillante 'Hay un hombre de España' cambiaron el rumbo de la actuación hacia los terrenos más hedonistas y bailables. Y es que en este grupo, por definición, lo previsible es ciertamente impredecible, son ellos y no hay otros.
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