Texto: Albert Alabau.
Fotos: Sitoh Ortega.


Pasaban unos minutos de las 10 de la noche cuando las luces cedieron el paso a las estrellas de la "revolución". The (International) Noise Conspiracy aparecieron con el uniforme de batalla y lanzándole un órdago a cualquier puesta de sol digna de ser vivida, envueltos por un enmarañado surco de frondoso rojo volcánico. Y así empezó todo... así empezó una velada garajera que en lugar de sonar sucia, sonó como los ángeles: de vicio. Este es el garaje que queda tras el paso de la escoba mágica de Rick Rubin: la misma intensidad, la misma energía, pero con más brillo. Y eso lo han sabido trasladar muy bien a su potente e incontestable directo estos suecos.

El ahora cuarteto no ha perdido ni un ápice de frescura ni de fuerza. Y su nuevo disco, Armed Love, así lo manifiesta. Mejoran en muchos sentidos y hacen que no añoremos tanto al ya clásico Survival Sickness, del que solo rescataron "Smash it up" y lo hicieron de un modo muy tibio. Siguen siendo máquinas de directo, y todo el que los haya visto alguna vez podrá corroborarlo. Dennis Lyxzèn es un purasangre del escenario: denle un micro y les moverá el mundo. O, al menos, pondrá todo su empeño en ello (saltará desde amplificadores, se paseará por el público, se dejará llevar en volandas por el mismo...). Su explosiva voz dispara manifiestos contra el capitalismo incansablemente, como el previo a "Communist moon", uno de los mejores cortes de su último disco (con una línea de bajo increíble y unos destellos Hammond que te hacen delirar) y también una de las mejores canciones del concierto, con un final apoteósico con todos los miembros del grupo coreando el estribillo a capella. Incluso hasta cuando canta al amor, lo hace con pose de revolucionario, quizás con el deseo inconfesado o inconsciente de ser el Víctor Jara del punk-rock. Lo importante es que lo hace y convence, no por la coherencia de su discurso, sino más bien porque se vislumbra una fe ciega en el mismo. Y es que este discurso se aguanta sobre pilares a veces confusos (es algo contradictorio incitar al prójimo a descargarse todo lo que pueda del ciberespacio y luego montar un stand de merchandising.

Sin embargo, nada que alegar por el hecho de fichar por el sello de Rick Rubin, American Recordings: si es para mejorar, como todos podemos apreciar, merece la pena dar el salto a una major), pero está arropado por otros muy robustos: una admirable actitud y unas canciones redondas, que además no te dejan ni plantearte quedarte quieto y que, al fin y al cabo, es lo que más importa al público en general. Y es que con temas como "Black Mask (pt.2)", "Let's make history" o "This side of heaven" (o los de A new Morning, Changing Weather "capitalism stole my virginity" y "Up for sale") sobran los comentarios.

En fin, quizá jamás lleguen a ser Fugazi, pero son un grupo de los que nunca me perdería en directo. Y si a esto le añadimos que su "amor armado" es un pedazo de disco, uno de esos que haces girar sin parar una y otra vez, concluiremos que han pasado a ser un referente a nivel mundial para todo aquél que se plantee escupir rock garajero.

Como nota curiosa, cabe citar su especial despedida con el "Power to the people" de John Lennon sonando de fondo, no sé si para conmemorar el reciente XIV aniversario de la muerte del de Liverpool o si para ensalzar su difuso postulado, pero que resultó ser una anécdota que, aunque algo ya gastada, no dejó de ser agradable.