Texto y fotos: Prensa Festival de Jazz de Granada.
Avishai Cohen: Un concierto de fantasía
El bajista hebreo Avishai Cohen ha sido el músicos revelación de la presente edición del XXV Festival de Jazz de Granada, al menos para el público menos iniciado. Aunque Cohen llenó de nuevo el Teatro Isabel la Católica, es un músico aún en fase de crecimiento popular. Haber sido el hombre de confianza de Chick Corea le ha abierto muchas puertas, pero él solo tiene al alcance de la mano abrir muchas más: en el festival de Granada ha sido hasta ahora el único artista que ha sido reclamado por el público para un segundo bis a golpe de palmas y gritos de 'otra'.
El año pasado abrió el certamen con Corea y ya muchos ojos se fijaron en él, en su seguridad y en la alegría con que reclamaba protagonismo una y otra vez con la complacencia del maestro que se la dejaba, dándole cuerda para que fascinara a los oyentes. Ahora la tiene toda, y un par de discos más en los que no parece que nada le pueda poner límites, porque demuestra tener una imaginación tan desbordante que roza la fantasía pura.
Cohen mantiene una formación con espíritu de grupo, es decir, una banda estable cuya compenetración es absoluta. Ensamblaje perfecto que redunda en la exactitud de sus exposiciones y en una confianza mutua que los permite trabajar con una relajación y un espíritu casi festivo de la música. Cohen es un enamorado del flamenco (se le ve en el último documental realizado sobre la figura de Paco de Lucía) y abrió la noche acercándose con algunos fraseos flamencos como guiño hacia el público, que entró al trapo y respondió a la invitación, a partir de ahí el concierto estuvo ya ganado puesto que jugaba en casa.
Precisamente 'At home' era el disco que venía a presentar y comenzó con la pieza que lo abre 'Feediop' un recuerdo a la sonoridad hispana de Corea, por otro lado reconocida en él por razones familiares.
Formalmente su música puede ser considerada jazz, pero desde el punto más imaginativo del término, sus piezas parecen acuarelas melódicas en los que los colores consiguen tonos imposibles. Siendo un bajista, instrumento habitualmente recluido a sus labores rítmicas, Cohen tiene un fuerte componente emocional en sus piezas, emotividad que él subraya con su instrumento sin restar espacio a sus acompañantes, sobre todo al pianista y el saxofonista, el primero alternado entre el teclado acústico, el sintetizador y el eléctrico Rhodes, y mientras que el soprano, un músico cubano de contenida expresividad, a última hora de la noche se desmelenó definitivamente con el chekeré.
La primera parte se centró en la presentación de 'At home', una suerte de post-jazz escasamente anclado en la tradición del género y en el que la música fluye suelta casi con propiedades líquidas. Con melodías burbujeantes que daban vueltas, clavándose con estribillos casi siempre de piano, y saxo, y remachadas por el bajista. Entre medias, como banderín de enganche en un concierto con temas inéditos hasta hace unas semanas, de nuevo Los Beatles salieron a relucir con un 'Come Togheter' absolutamente deconstruído y reducido a un diálogo entre piano y bajista.
Enfilando ya el final del concierto, y con el bajo eléctrico, Cohen aceleró los tiempos, funkeó demostrándose como un virtuoso también del slap, para casi pisar el terreno del metal. Una vez resuelto el concierto un caricaturesco, divertido y hasta bailable 'Caravan', que hubiese hecho sonreír al mismísimo Duke Ellington, su autor, terminó una actuación equilibrada en la que la música triunfó sobre todo tipo de consideraciones técnicas para alborozo del público, que entusiasmado exigió al grupo que saliera en dos ocasiones, con la tribal 'Leh-leh' la primera y finalmente la sofisticada pieza 'Madrid' dedicada a nuestra capital. Su concierto fue de los que crean afición.
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