Texto y fotos: Juan Jesús García.
La experiencia son 42 grados
En plena ola de calor más de 7000 personas acudieron al reclamo de dos nombres históricos dentro del rock duro en el Atarfe Clasic Rock que ya tiene pinta, tras los re-Credence del pasado año de establecerse como fecha fija en el calendario estival granadino. Y material hay porque veteranos, perdón clásicos, los hay a cientos, y además son los que venden entradas y no suelen defraudar.
Diferente sino el de Twisted Sisters o Scorpions, habida cuenta de que el tiempo ha trazado gráficas distintas para cada uno, los americanos mantienen el tipo con decadente dignidad mientras que por los teutones parecen no pasar los años. Ante los de JJ French y el travestido Dee Snider cabe una lectura patética que obviamos para centrarnos en la bien resuelta lectura que hacen del rimmel-rock&roll neoyorkino de cuando empezaron, con tanto de N.Y.Dolls como del mejor Alice Cooper. Sus diez minutos de gloria ya pasaron, pero Mendoza, Ojeda, Snider y French defienden con oficio (y un sentido del humor que evita la caricatura) un sonido rotundo que encontró en el mercado del metal una vía de escape cuando el caballo arrasó con la escena del glam neoyorkino. Aún tirando de clichés hay que reconocer que 'Iwana rock', 'We're gonna take it' o 'SMF' (con la que acabaron) son magníficos ejercicios de estilo y aún tonifican el cuerpo. Además es justo reconocer que hicieron un gran esfuerzo por comunicar y es de agradecer que lo consiguieran.
Los alemanes no viven del cuento y aunque su moto ha sido rebasada por los acontecimientos, en la pista suenan seguras, imperturbables y robustas como una BMW Daytona, ambas de la misma época y las dos con tecnología teutona. Y además la venden perfectamente.
El abajo firmante siempre tuvo prejuicios ante esta banda que consiguió colocar el rock en un mercado ajeno a base de suntuosos baladones románticos dignos de boy scouts alrededor de la lumbre. Pero teniéndolos enfrente uno reconoce que dista mucho, pero mucho, de la exactitud: son una poderosa formación de rock, que además tienen la cintura suficiente como para no quedarse fijados por la historia. Su show es perfecto, con la decoración justa y dejando al trío base espacio para que se lleven por delante al personal. La voz lisa y perfecta del pequeño Meine evita todos los tics genéricos, mientras que Jabs y Schenker resultan apabullantes, sobre todo el hermano de Michel, que se acompaña de una considerable fuerza escénica; la deslocalización empresarial hacia los países del este les ha dotado también de una sección de ritmo espectacular, sacándole mucho partido al batería Kottak, un toro ante los parches.
El concierto no decae en ningún momento, y como el material nuevo enlaza con el criterio de sus mejores momentos de los ochenta, los riffs secos de 'Love´em or leave´em' no desmerecen de los de 'Kiks alter six' por ejemplo, tirando de los temas hacia delante en versión doble e incluso triple. Tampoco tiene problemas con los tiempos, puede sonar aserrantes, acudir cerca del blues (en 'Money & fame', donde incluso utilizan el viejo truco de deformar con la voz el retorno de la guitarra), pausar acústicamente ('Hollyday') y dejar el material más dulzón (obviamente 'Still lovin' you' o 'Wind of changes', cantada parcialmente en español) para los bises. Agradeciendo al personal su insistencia con unas deshuesadas 'Send me an angel' y 'when the smoke is goin' down' para calmar los excesos y propiciar el regreso a casa, lento, calmo y embotellado, por miles de vehículos intentando salir a la vez de Atarfe. Los viejos escorpiones se la saben todas, también en esto, y escaparon antes. La experiencia, ya se sabe.
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