Texto: Juan Jesús García.
Fotos: Sergio Navas.

Granadians: Bailar y reír

En homenaje a los míticos Malarians los Psico Rudeboys del espacio Exterior decidieron cambiarse le nombre y de paso localizarse geográficamente aprovechando también algún cambio de personal. Profesionalmente no tienen mucha prisa, ni por tocar, que aquí llevaban bastante tiempo sin hacerlo, ni por inundar el mercado de discos; con todo regularmente sacan algún minicd sin olvidar el mercado del vinilo. Y el caso es que en directo son lo suficientemente animosos y divertidos como para tener una agenda mucho más completa, como evidenciaron en el concierto del Planta, con un concierto fresco y simpático.

Ya el hecho de que sepan que hay mucha vida antes de anteayer ya les hace merecedores de todos los respetos por su interés y curiosidad, en este caso yendo mucho más atrás, hasta los manantiales siempre corrientes de la música jamaicana o a la épocas en las que el pop no era sinónimo de melancolía y ensimismamiento sino de todo lo contrario: de animosidad y extroversión. Actúan como si lo hiciesen con la misma intrascendencia de una fiesta de fin de curso, y tiene un par de miembros capacitados para el show extramusical, hilarante y gamberro.

Musicalmente son arrebatadoramente retros e irreverentes. Actualizan el pop instrumental de los primeros sesenta inyectado las cadencias jamaicanas a cualquier premisa sonora, sea un villancico popular o una pieza de T.Rex; la técnica les funciona a la perfección y admite todo tipo de combinaciones. Suenan como una orquesta de los sesenta y recuerdan a unos hipotéticos Relámpagos de Kingston de cuando Rita Marley llevaba al pequeño Robert a la guardería a aprender a tocar la flauta dulce; mezclando estilos clásicos, ancianos y modernos con un descaro instrumental y personal que hace pasar volando los minutos. Son capaces de salir a tocar con un órgano encontrado en la basura, colorear con chiribitas espaciales sus piezas o quitarle trascendencia con aportes sonoros de juguete a un repertorio, por otra parte, perfectamente pensado y mejor ejecutado. Todo un ejemplo de que seriedad y diversión no tienen por que ser antónimos.