Texto
y fotos: Juan Jesús García
John Mayall y Joaquín & Malayerba: Los abuelos del blues
El maestro John Mayall está inseparablemente unido al devenir del blues en su vertiente europea en los últimos cuarenta años. Mayall llegó tarde a Granada, a mediados de los ochenta, y hasta la noche del 28 de marzo retrasó incomprensiblemente su segunda visita. Ya cumplidos los setenta dejó claro que su gran habilidad no es tanto ser una gran estrella, que no lo fue nunca, como ser el aglutinador de una larga relación de músicos fuera de serie, tanto en los sesenta como ahora mismo, catalizando lo mejor de cada casa.
En nuestro país Mayall fue la llave a buen precio (dos Lp's por 300 pesetas) para que todos los ahora mayores de cuarenta años pudiesen acceder a las fuentes originales del blues y el r& blues: "llevamos medio siglo cantando blues y ahora los jóvenes piensan que lo inventaron los ingleses" dijo en su momento un tanto cabreado por la situación Memphis Slim. Aún discutido entre los puristas, Mayall es un personaje indispensable en nuestra historia sentimental que no tiene por qué entender de erudiciones, y en el Palacio de Congresos toda esta generación le rindió el homenaje que se merecía. Supervait afectuoso que no por ello distorsionó positivamente el magnífico concierto que fue. El tiempo, sin embargo, no ayudó a que Mayall consiguiera el lleno que está teniendo en estas actuaciones españolas.
Un artista de calibre mítico como Mayall merecía un introductor también de buen peso específico, y en este caso nadie mejor que Joaquín Sánchez 'la abuela' (versión locales del bluesman de raza) con su grupo Malayerba. Joaquín no se sintió excesivamente cohibido por la responsabilidad ni el miedo escénico y sacó de su vetusta Fender color vino el feeling que lleva años regalando. En Malayerba ejerce la misma labor docente que Mayall en los Bluesbreckers , y con Fernando Beiztegui, Ricardo Carrillo, David Huertas y Manuel Moreno ha cerrado un quinteto que secunda perfectamente su recio discurso. La noche pintaba bastos, y se dejaron de autenticidades y ruralismos para cerrar tres cuartos de hora matones, a ritmo de booguie llegaron, templaron, y con el 'Messin' with the Kid' de Junior Wells y el implacable riff del 'Southbond' de los Allman, se hicieron merecedores de la vuelta... al pasillo: entre bambalinas los músicos de Mayall aplaudieron también. Por dos días de diferencia Clapton, en su gira de regreso a las raíces ('Me & Mr. Johnson'), no coincidió con su antiguo patrón. Pero a decir verdad salvo para vender más entradas, Mayall no lo necesita a su lado, ya que el tejano Buddy Whittington alarga la sombra de sus ilustres predecesores en todas direcciones gracias a su versatilidad, potenciada por 'el jefe' hasta rozar el exhibicionismo técnico que provocó muchos y muy encendidos aplausos, sobre todo cuando citaba humorísticamente a otros guitarristas (Hendrix, Calpton...). A Mayall se le nota a gusto con sus compañeros de escenario, con la confianza que dan los bastantes años juntos, que en el caso del guitarrista o el baterista Joe Yuele alcanza el decenio. Y aunque el blues es el esperanto para todos los que se subieron al escenario, esa naturalidad en el dialogo, esa limpieza o esa tranquilidad en todos los puestos sólo se consigue cuando están guardados con compenetración casi familiar: el bajista estaba como en su casa viendo la tv . El 'abuelo' Mayall, con tejanos, camiseta, collares, unos náuticos y sus barbita de chivo y larga cabellera ya blancas (esta última recogida en una cola) mantiene una imagen juvenil y fresca; de señor mayor moderno e interesante, de patriarca de diseño con toneladas de experiencia que no le pesan, afable, simpático, dando cancha a su gente y sin ninguna necesidad de protagonismo. Perfecto de voz para su edad, John Mayall reparte su presencia entre algunos toques de su diminuta guitarra Squier, sus correteos habituales por el teclado (más necesarios habida cuenta de la ausencia del anunciado Tom Canning), y su inseparable armónica; en todos los casos con la higiénica interpretación marca de la casa que le ha propiciado el calificativo de cool a algunos de los pasajes de su vida musical. Contra todo pronóstico no vive de las batallitas del pasado más que lo justo, y así el grueso del material procedía de su reciente disco 'Stories', encabezado por 'Kokomo', pieces & Parts', Witching hour' p Mistis of time', con préstamos de Freddy King en 'Hideaway' y Otis Rush en 'All your love'.
El Blues parece ser un estilo clásico, tanto como el del público que lo sigue, en su mayoría por encima de la treintena (y más), con representación de algunos jóvenes iniciados recientemente en esta música con intenciones de culto; para todos ellos poder escuchar a John Mayall fue contemplar en directo un pedazo de historia viva. Uno de esos conciertos que era para muchos una asignatura pendiente y que superaron con nota alta, tanto por lo que esperaban como por lo que recibieron.
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