Texto: David Santoro
Fotos: Javier Rosa

La presentación de "The troubled sleep of Piano Magic" (Green Ufos, 2003), último largo del combo de Glen Johnson, es el motivo que ha traido a Piano Magic al Planta Baja de Granada, primera de las fechas españolas. Sevilla (25), Madrid (26) y Barcelona (27) habrán de continuarla, aunque los que los vimos aquí no pudimos disfrutar de teloneros de la talla de Françoiz Breut, que junto con The Little Rabbits acompañarán a nuestro grupo en el resto de fechas.

La cercanía que en un momento dado te puede permitir una sala como el Planta la hizo esta noche prácticamente idónea para el contacto con un grupo, con una música, que, aparte de la naturaleza propia de un concierto, es muy proclive a ser disfrutada en un ámbito de cierta intimidad. No tuvimos que esperar más allá de lo razonable para ver aparecer la figura del socarrón Glen Johnson. El grupo en su lugar, y empieza la primera de sus letanías pop bañadas en delays. Penumbras sonoras creadas por las guitarras de Johnson y sobre todo Franck Alba, dandy gótico en deportivas blancas. Amos del medio tiempo, unos golpes de timbales y unas escuetas guitarras rasgadas marcan la base sobre la cual con una ¿maestría? ¿sensibilidad? poco común te absorven con su sorprendente poder de evocación. Sólo ha empezado y suenan ya las primeras frases de "Saint Marie", que abre "The troubled sleep of Piano Magic". El acompañamiento musical mínimo y la voz monótona esperan al primer riff de la guitarra de Alba,acelerando, esperando esa batería que termina por clavar la maraña. Llegar y besar el santo. ¿No me creen? Pues sepan que Piano Magic se permitieron el lujo de continuar con "I'm the teacher's son". Apenas han pasado unos minutos y llega el primer momento realmente mágico de la noche. ¿Cómo se puede crear un mundo con dos acordes y una voz tan modesta - pero creíble en su papel? El mismo método: la sutilidad del comienzo del tema nos llevará sin darnos cuenta, sin que tú veas que durante un momento que no sabes ni lo que dura estás allí. ¿Dónde? ¿En mitad de unos enfermizos recuerdos infantiles? No importa si no sabes de que habla. Como la buena música, habla de tí, o te habla a tí, y tú simplemente estás allí y participas de todo ello. Glen se concentra cerrando sus ojos. Tú también podrías haberlo hecho y haberte dejado llevar.

Y es entonces cuando la batería empieza a marcar "Speed the road, rush the lights", single de adelanto de su último trabajo, y uno de los temas con más nervio. Las guitarras dulcísimas dan lugar momentos después a la tormenta. Creo que más de uno empezó a vislumbrar el cielo.

"No closure" obtiene un reconocimiento inmediato por parte del público. Arpegios de fantasía en do mayor para la canción que abrió "Artists' rifles"(Rocket Girl, 2000), no sé si su trabajo más contenido y recomendable. Y el tema, sin duda, una de sus mejores canciones. Más luminosos los temas de este disco que el tono general de "The troubled sleep...", expresado con rotundidad en uno de los temas que siguieron, "The end of a dark, tired year", donde las negativas experiencias de Johnson en sus últimos tiempos viviendo en Londres dejan entrever un poso de amargura. La segunda parte del concierto recaló más en el citado "Artists' rifles", donde temas como "Password" o más aun "Artists' rifles" brillaron.

Pero eso no es todo. Ver a Glen Johnson mirando y mirándose, quizá en algún lugar lejos de aquella sala de conciertos, en su cosmos mental paralelo, puede ayudar a entender lo introspectivo de su propuesta, lo rigurosamente personal. Si la música de Piano Magic no se te hace aburrida o demasiado hermética es que, seguramente, has podido colarte en este universo riquísimo en matices y sentimiento. El suyo propio.

Habló con el público e incluso llegó a preguntarnos si con toda esta gente allí, no estarían tocando demasiado tranquilos. Por supuesto algunos de los entusiastas contestaron que no. Algo lejos de las experimentaciones en sus trabajos de estudio, y más cerca de la formación tradicional de rock, Piano Magic desgrana su repertorio acolchándote en esas guitarras, levantándote después con fuerza como si se tratara de un grupo de post-rock de crescendos al uso (Mogwai, Godspeed You Black Emperor, Explosions in the Sky o nuestros 12Twelve o La Muñeca de Sal saben algo de eso), sumergiéndote siempre. Así pues, nada de "demasiado tranquilos".

Supongo que alguien pudo echar de menos alguno de sus temas favoritos. "(Music won't save you from anything but) Silence", uno de los más emblemáticos, faltó, pero vaya, ni siquiera me he dado cuenta hasta la mañana siguiente: así de pleno tuvo que ser el momento.
Después del primer bis, un fan devoto de riguroso negro y camiseta de Bauhaus regaló un ramo de claveles rojísimos a Glen. Cuando en la última tormenta de la noche, ya solo sobre el escenario, rasguea su guitarra como poseido, su mano izquierda sujetaba lánguidamente el ramo en lugar de acariciar el mástil. Una vez más, él (¿nosotros?) en otro planeta, y una de las mejores imágenes de la noche para el recuerdo.

¿Tengo que deciros que os vuelvo a recomendar a Piano Magic, sea en estudio o en directo?
Sobre todo si te gustaron las guitarras de Robin Guthrie (Cocteau Twins), Robert Smith (The Cure) o Durruti Column, o todas las del dream pop. Si soñaste con las bandas más extravagantes y sensibles de los ochenta. Si sientes por momentos la intensidad cansina de la melancolía y la desazón existencial y alienante en nuestro entorno más próximo, pero sin un ápice de babosa autocompasión. Si disfrutas con cierta experimentación electrónica lo-fi y no te asustan unas canciones que son casi nanas o sueños ("Low Birth Weight", Rocket Girl, 99); la solemnidad, la poesía ("Artists' rifles") o incluso un descriptivo chill-out (B.S.O. de "Son de Mar", 4AD-Everlasting, 2001) -recopilación de sus mutaciones continuas: "Seasonelly affective - A Piano Magic retrospective 1996-2000" doble CD, Rocket Girl, 2000; a completar con otras maravillas como "Popular Mechanics" i/Che, 97; o "Writers without homes" 4AD-Everlasting, 2002- pues entonces eso, os lo recomiendo especialmente. Descubrirles, para qienes tengan que hacerlo, merecerá realmente la pena.


Sol de Invierno.
Texto: Juan Jesús García.
Fotos: Javier Rosa.

El grupo de Glen Johnson llegaba a Granada anteanoche como único representante de las giras que con artistas de su catálogo está haciendo el pujante sello sevillano Green Ufos para celebrar su décimo aniversario. Granada es para ellos tierra conocida donde tras tres actuaciones han acumulado un nutrida clientela. En este caso traían reciente 'The troubles sleep of piano magic' con el que ha roto su tensa relación con la mítica 4AD.

Con una formación estabilizada en la que no está ya el sevillano Miguel Marín y encargándose de las evanescentes guitarras Franck Alba, también sin el delicado contrapunto de las voces femeninas con que decoraban su última visita por aquí, Piano Magic dejaron un concierto aún más intimista que sus precedentes, que ya lo eran bastante; quizás respondiendo al tono especialmente apesadumbrado del contenido de este disco o al nombre de su gira: 'Los amigos trágicos tour'.

Resulta muy llamativo en Piano Magic la capacidad para hacer una música muy emocionante, y hasta fascinante con una discreción técnica absoluta, tanta que parecen en ocasiones dubitativos aprendices de su instrumento por las maneras casi infantiles con que economizan sus interpretaciones. En esto recuerdan a unos Televisión repetitivos y rudimentarios o a los abuelos de toda esta corriente Lou y Cale. Guitarras insistentemente tocadas casi como instrumentos de plectro y prolongadas hasta el infinito por un omnipresente y variable eco, efecto reiterativo que con algunas particularidades en la percusión se convierte en uno de los sellos de identidad del grupo, como la mirada tridimensional de Jhonson o ese arpegio retro y los punteos con el pulgar ciento por ciento Fender sound de Alba con su vetusta Jaguar.

Nunca se sabrá el porqué Piano Magic no quieren tocar más, pero con su elementaridad alimentan de paso una fragilidad sonora que puede ser estremecedora en canciones como 'Luxembourg Gardens' o la sincera 'I am the teachers son'. Hacen de sus limitaciones virtudes, y juegan como casi nadie con las notas continuas y el silencio, a veces enérgicamente contrastado (por ejemplo en 'Speed the road, rush the light') con crisis ruidistas y desperezantes perfiles quebrados. Como el sol de invierno son pálidos y calientan pero nunca queman.