Abbey Lincoln hizo llorar al público granadino.
Texto
y foto: Oficina de Prensa del Festival
El festival de jazz de Granada se visitó de gala para recibir a la última gran dama del jazz: Abbey Lincoln. A sus 73 años mantiene toda la capacidad de seducción de su voz aunque las piernas le fallen mucho más y tenga que sentarse mientras suenan los solos de sus compañeros. Personaje controvertido por su compromiso con los derechos humanos y raciales en los años sesenta, su música ha ido derivando desde los experimentos más estridentes y rupturistas del africanismo militante (llegó a bautizarse con el nombre de Aminata Moseka) hacia un repertorio
predominantemente baladístico en el que la ternura de su voz y una modulación directamente inspirada en Billie Holiday se mueven muy a gusto emocionando al oyente.
Secundada por un trío dirigido por el seguro pianista Marc Cary con el que ha grabado alguno de sus últimos discos y su sección rítmica de confianza formada por Michael Bowie y Jazz Sawyerq, Abbey Lincoln dio en Granada el único concierto que va a dar esta temporada en Andalucía. Casi dos horas estuvo esta gran señora en el escenario, coquetamente cubierta por un sobrero, vestida de negro con un diseño juvenil, sonriente en ocasiones (aunque sus canciones suelen ser retratos de desamores que lo contrario) hasta que tuvo que realizar hacer dos bises a petición del público después de haberse despedido.
Su estilo se caracteriza por tener unas maneras de pronunciar muy lentas y cargadas de moduladas sensaciones que en ocasiones rompe con gritos doloridos que hielan el alma.
Si el día anterior en el festival Dee Dee Bridgewater realizó una exhibición de poderío interpretativo, Abbey Lincoln acudió a todo lo contrario, a moverse en las distancias cortísimas con melancolía y tristeza en la mayor parte de las piezas, como fue el caso de 'love is made' o 'Down here below', de sus dos últimos discos; sin embargo también se animó recordando la excelente cantante de blues que era, guardándose para el final el as de una sorprendente versión del 'Somos novios' de Armando Manzanero, cargada de picardía en su pronunciación en español a lo Nat King Cole, y que terminó de rendir enamorado al público granadino. Tras su concierto no pocos ojos rojos evidenciaban en la puerta la capacidad de conmocionar que había tenido esta mujer, superviviente de los años dorados del jazz y prácticamente la única voz viva de una forma de hacer jazz que ya es historia.
El Festival Internacional de Jazz de Granada continúa este lunes con la actuación del saxofonista norteamericano Paul Stucker al frente de una orquesta europea, la 'Bug Band', en el auditorio Carlos Cano de la Zubia, y el jueves 14 presenta una producción propia que pone al frente de la Granada Big Band al reputado saxofonista, director de Orquesta y líder de los populares Yellowjackets Bob Mintzer. Juntos tocarán el disco 'Homage to Count Basie' que fue premiado con un Grammy el pasado años 2002 .
Paul Stocker toca el saxo alto y soprano, el clarinete bajo y las flautas. Nació en California y se trasladó a Europa en 1970, afincándose en España al comienzo de la década y colaborando con casi todas las figuras nacionales e internacionales del jazz en el país como Tete Montoliú, Pony Poindexter, Lou Bennet.
Stocker es de los muchos músicos de jazz estadounidenses que ha preferido vivir en Europa, en su caso en París, Barcelona, Amsterdam y recientemente Granada.
Con más de cuarenta disco grabados este saxofonista es un todo terreno estilístico. En los años setenta se le pudo escuchar entre los grupos de la Onda Layetana y en la escena catalana con
Tete Montoliú y el organista Lou Bennett entre otros. En Holanda ha trabajado con los músicos de jazz locales y también con muchos otros nombres de procedencia sudafricana como Bongi Makeba, Hugh Masekela, Joe Malinga... y un sin fin de artistas de la más diversa procedencia, desde Alex von Schlippenbach a Fernando Lameirinhas o Rafael de Utrera.
Desde principios de los ochenta dirige la Maiden Voyage Jazz Orchestra que daría lugar a su propia Big Band y también prepara las sesiones del café literario De Engelbewaarder. Paralelamente ha llevado una intensa labor docente en el Conservatorio de Amsterdam y en su Universidad. Precisamente del Conservatorio Sweelinck procede su compañero habitual Langenhuijsen , quien ha secundado como pianista o contrabajista a figuras de la talla de Johnny Griffin, Archie Sheep o Art Taylor. Muy interesado por el flamenco ha formado parte de proyectos con Carmen Linares, Amargós y el productor Ricardo Pachón.
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