Texto
y fotos: Juan Jesús García.
Camel: sinfonismo de época
Durante la década de los setenta, sobre todo en la primera mitad, los grupos de rock sinfónico habitaban la tierra, nacían, crecían y se reproducían en una entorno favorable en el que el LP había sustituido al breve 'single' y los 'temas' a las 'canciones'. En ese habitat en el que rock ya no era una música de adolescentes, y los músicos habína conseguido una notoria pericia, el rock sinfónico fue la puerta grande y ambiciosa por donde canalizar la creatividad y no poca pretenciosidad. Después vendría el punk como un cometa y cambiaría la faz sonora del planeta tierra, pero esta ya es otra historia.
Sin embargo el sinfonismo nunca desapareció del todo, se camufló de jazz, folk, electro, metal. y hasta hay grupos 'indies' en los noventa con desarrollos clásicamente sinfónicos. Y es que la música no se pude condicionar ni detener y cuando se quieren decir muchas cosas nadie puede tapar la boca del músico. Quede para el oyente dilucidar entre arte y verborrea. Con este panorama nombres como los de
Pink Floyd o Genesis gigantes en activo intermitente o los reactivados Yes (que llenaron en Málaga hace dos meses) son iconos del ramo, completando el santoral resucitados (desde USA) como Camel y...Alguien sabe algo de Emerson, Lake y Palmer?
De entre todos Camel fue una banda siempre en situación de promoción a la primera división y que tuvo en España proporcionalmente mucha mejor acogida que en su propio país: lo de los dos discos a 300 pts fue inmejorable como campaña de promoción. De aquellos Camel solo Andy Latimer (y enfermo) queda como guitarrista y cantante para defender un sinfonismo naturalista con apego a la tierra y sin excesos petulantes. La música de Camel, aunque en versión reducida como la que escuchamos, sin vientos ni teclados dobles, fue y es la más gustosa del sector, con desarrollos muy populares y fraseos asequibles y quedones. Algo envejecida por la tímbrica forzada del sintetizador y sin las aportaciones naturales de las flautas, cuerda y metales, que desaparecieron con Peter Bardens, Latimer centra al grupo en un planteamiento más robusto y escueto, dado prioridad absoluta a su digitación romántica y nítida hasta la transparencia que han caracterizado el timbre del grupo. Del neofolclorismo desarrollado de 'Mirage' o 'Snow Goose' queda poco más allá de alguna melodía de 'el gran pantano' o 'Rhayader' a modo de sintonía para desperezar la memoria anestesiada por los años. La misma diferencia que hay entre el 'alive records' de 78 y el 'live pressure points' del 84.
Casi tres horas de concierto dejó completamente satisfecho a un Teatro Isabel lleno hasta la bandera. Las habilidades individuales y conjuntas de los nuevos miembros, aliadas con la predisposición de años de espera y del reencuentro con 'unos de los nuestros' determinaron que su concierto fuera un éxito, bastante más para el público que para el grupo, que en ningún momento sobrepasó la ejecución meramente profesional, con un final más que discreto en el que parecía que todos tenían ganas de irse. Como en tantas otras actuaciones y/o elecciones lo mejor fue la gente.
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