Una hermosa noche montañera acogió la primera velada del especial "Latinoamérica, tradición y modernidad" de PIRINEOS SUR 2003. Bajo el epígrafe "Méxicos", LILA DOWNS y LOS TIGRES DEL NORTE demostraron que, mientras el primer mundo se duerme en la convencionalidad anglosajona, la actualidad musical del país azteca se enriquece de sus propias raíces.
Lila Downs abrió el concierto con suaves melodías traídas directamente de las montañas de Oaxacá. Alternando piezas de sus dos últimos discos ("El Arbol de la vida", "La Línea"), Lila mantuvo en el público esa llama que primero titila tímidamente pero alcanza al final el calor del fuego de lignito. Desde "Nuevo viento", pasando por ese himno gringo ("Land": 'esta tierra es tu tierra, es mi tierra...'), para desembocar en el vivo flamear de "Cumbia Maya" (cantada en la lengua zapoteca) hasta "Paloma negra".
Pero si en algún momento la mexicana supo ganarse el afecto del respetable fue en su sentida interpretación de "La Cucaracha" (la misma que Vds. conocen) y, sobre todo, con "La Llorona". Ya fuera de repertorio, Lila agarró su guitarra y se enfrentó a ese difícil arte del corrido lento: "Parrandera" desgarró el corazón del personal, sin deber ni envidiar nada a la gran intérprete del género, Chavela Vargas.
Lila Downs estuvo acompañada por 5 soberbios acompañantes: Paul Cohen (piano, saxo y, a la sazón, marido y manager), Guillherme Monteiro (guitarras), Celso Duarte (arpa, jarana), Yayo Serka (batería) y Yunior Terry (contrabajo). Un tratamiento instrumental moderno que enriquece la tradición en que se asientan sus canciones.
Con las gradas ya ganadas para la causa mexicana, la entrada de los TIGRES DEL NORTE fue una apoteosis de luz y color. Pergeñados con los instrumentos clásicos de la música norteña (guitarras, bajo, acordeón y batería) los hermanos Hernández visitaron unas poquitas canciones de su vasto repertorio, al cabo de las cuales se dedicaron a lo que realmente les importa: el público. Así, y tras anuncio de Jorge, el vocalista, fueron atendiendo las peticiones del entregado gradería de Lanuza: una boda, una crónica, la promesa de unas chicas que celebraban la despedida de soltera de su amiga...
Tal y como declararon en su encuentro con los medios, su modo de expresión es el corrido, que no sólo pueblan de historias sórdidas sobre drogas y asesinatos (lo que deja corta la etiqueta de "narcocorrido") sino también de asuntos de todo jaez: política, deportes, poesía popular... En definitiva, crónicas de sociedad de ese mundo convulso que es la frontera entre el primero y el segundo mundos.
En su quehacer cotidiano, los Tigres reciben miles de cartas, que sus colaboradores seleccionan y reelaboran para dar forma a nuevos temas. Y así poseen un repertorio casi inagotable que les permite alimentar su hambrienta maquinaria discográfica. Más de 150 discos, incontables cassettes de carretera, vídeos piratas...
Una noche vibrante y divertida en que más de 3000 personas se emocionaron con estos "Méxicos"ofrecidos por Pirineos Sur.
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