Texto
y fotos: Juan Jesús García.
Goran
Bregovic: La alegría de La Huerta
Ante el redundante panorama musical habitual de esta ciudad, en el que el más de lo mismo pone a prueba las capacidades descriptivas más finas para diferenciar entre matices que de tan mínimos debieran ser despreciables, un concierto como el de la pandilla gitana de Goran Bregovic rompe la baraja de la rutina en mil pedazos. Por otro lado, acostumbrado a deambular por los conciertos que se supone destinados a priori 'para jóvenes', resulta aún más llamativa la mínima edad de los presentes a su concierto, tanto como su entrega a la causa que aprenderse canciones en serbocroata no debe se ser nada fácil!
Bajo un torrente invariable de luz blanca e impolutamente vestido del mismo color, Bregovic se sentó al lado del musculado e increíble percusionista y cantante Ognjen Radivojevic (todo un espectáculo de hombre) y delante de la Gypsy Brass Band y las coristas de la Voces Búlgaras. Formato pequeño del espectáculo que hace un par de años presentó en España y que incluía al Coro de Belgrado y la Orquesta de Cuerda de Polonia. Versión portátil pero más que suficiente para poner a prueba la calidad el barniz del parqué del Palacio de Congresos con un despliegue sonoro imponente en el que la voz cantante era la de los metales de la 'banda de bodas y funerales' y el grueso bombo de Ognjan. Música incontenible que irremediablemente levantó al personal de sus butacas para ponerlos a quemar calorías durante más de dos horas, ya que en este concierto la variante sinfónica del autor de Sarajevo se esfumó quedando un concierto alegre, vitalista y eminentemente rítmico. De funerales decían?
Cuando se habla de fusión Bregovic ocupa un lugar en ese trono de los desprejuicios, con un pasado roquero (tocó el 'ya-ya' de Lee Dorsey en versión balcánica!) consigue mezclar varios elementos que ya de por si son a su vez ajiacos musicales recocidos durante siglos, como las músicas ribereñas del Mediterráneo, las de tradición eslava y hasta las anglosajonas. No es de extrañar que suene magrebí, griego, ruso, español, que por momentos parezca una marchn band de N. Orleans o un cantante pop más o menos enraizado. Lo que pierde de autenticidad en sus combinaciones lo gana en presencia y adaptación al oyente, incluso disparando secuencias de pequeña percusión o ritmos casi techno como mandan los tiempos, aunque de largo el empaque de su concierto se lo lleve la fanfarria, santo y seña de la música que ha compuesto para Kusturica y que le ha permitido el acceso a la celebridad. Que alguien traiga a la Fanfarria Ciocarlia para conocer el precio de los peines!
Bregovic interpretó buena parte de los temas cinematográficos más célebres, los de 'Underground' ('Caje sukarije' tienes aires de pasodoble), 'Tiempo de los gitanos' (preciosa exhibición de ingravidez vocal de las búlgaras en 'Ederlezi') o 'Arizona Dream' (entre estos últimos, en inglés, la bella y minimalista 'In the death car'). Material sobre el que astutamente su compañía de discos lleva dando vueltas varios años y demasiados discos seguidos. Donde aparece siempre, para cerrar, como su concierto, la devastadora 'Kalasnikov', una agotadora pieza para los bailadores con nombre de ametralladora. Alegría a tiros. Una exacta metáfora sonora sobre los tiempos que han vivido en su Sarajevo.
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