Texto y fotos: Juanma Cantos


Como todo en la vida, cuando no haces planes es cuando puedes llegar a sorprenderte de pequeños detalles que, por inesperados, te alegran el día.

Mucho más cuando uno lleva tantos años en esto de la crítica musical y ha escuchado y soportado tantos conciertos malos (también buenos, claro está) y cuando se ha pasado media juventud escuchando eclecticismos musicales, rock progresivo y más de una paranoia, seamos sinceros.

Pues todo ello, el mestizaje musical pasado por el tamiz progresivo al que sólo los franceses saben darle el punto justo de equilibrio, fue lo que la banda de Lyon "Atropos" nos trajo hasta el Iroquai el pasado 20 de febrero.

Sí, ya sé que a muchos de vosotros, de entre los que estuvisteis allí, no os gustó nada el concierto, pero se ha de reconocer que el quinteto propone una música arriesgada, cargada de tintes folclóricos, entre la fanfarria gitana y el flamenco, sin olvidar de dónde proceden, y dejándose influenciar por la mezcolanza que impregna de riqueza cultural el sur de su país.

Percusiones magrebíes, guitarras españolas, sintetizadores que rememoraban los "moogs" y los "melotrones" setenteros, y ganas de pasárselo bien sobre el escenario, formaron una propuesta digna de destacar, pero que, también se ha de reconocer, necesita madurar aún en el local de ensayo y ser puesta sobre el escenario con más salero.

Temas como la canción tradicional "Les Yeux Noirs" o "Il Etait Une Fois Dans Ma Tete", incluidas en su disco en directo "Tánger", alguna referencia al blues y a una extraña visión del jazz tradicional francés, demostraron la proyección del grupo.