Sheila Jordan revitalizó a los clásicos en el festival de jazz.
Texto y foto: Oficina de Prensa del Festival.

La veterana cantante enamoró al público que llenaba el Teatro Isabel. 

A sus 74 años recién cumplidos Sheila Jordan no es ninguna jubilada del Inserso dispuesta a dejarse asombrar por cualquier animador de hotel. Para animar ella. En el festival de Jazz de Granada Sheila sacó a relucir todo el legado de la que es depositaria casi única y dio un concierto exquisito y lleno de simpatía. Sheila ha vivido de primera mano toda la historia de esta música, perteneció al círculo de Charlie Parker y Mingus, con los que compartió música y muchas noches, y su vocación como cantante se hizo realidad cuando al cabo de muchos años cerró su círculo familiar y volvió a los escenarios. A ella se la reverencia como se hace con los mitos vivos, pero en términos que no tienen nada que ver con los museísticos: Sheila encima del escenario enamora. 

Acompañada por su habitual Steve Khun, con el que mantiene relación musical desde hace cuarenta años, y secundada por una rítmica de lujo formada por Cameron Brown y el sutil baterista Billy Drummond, Sheila se destapó como una auténtica entretenedora , en el sentido americano del término. Masticando las canciones con la sabiduría que da haberlas visto crecer noche tras noche y un regusto ácido que recordaba los momentos más tristes de Billie Holliday, aún siendo un personaje de los dan alegría de vivir. Se dejó querer y se hizo merecedora de los aplausos que intercambiaron por su esfuerzo. Vocación tardía si se quiere, es una delicia escucharla, tensando una historia de la música que va desde Parker a los Beatles , estos últimos entonados entre invocaciones cheerokees, porque es habitual en ella empezar por un lado y terminar por el opuesto. Jugando a carreras con el bajista, timbre que le gusta ya que ha grabado incluso discos enteros de voz y contrabajo, acudió a los resortes bop en los que ella se crió musicalmente: apuntes vocalesse y notables scats improvisados siguiendo solos ya históricos. 

A su lado y como objetivo de carantoñas y hasta besos el pianista Steve Khun. Un músico contenido, exacto y servicial que sirvió el almíbar que necesitaban algunas de las piezas obligatorias como 'Quasimodo' o 'Ballad for Miles', pero que cuando se quedó solo con el trío destapó todas las esencias que ha cultivado en la línea de Bill Evans, demostrando gran fantasía y hasta el vigor que como acompañante contiene en piezas como la sugerente 'Ocean in the sky'. 

El concierto empezó por blues y terminó igual, en un principio alentando una noche especialísima y al final habiéndola confirmado. Y es que quedan ya pocas Sheilas en el mundo de la música.