Texto: Juanma Cantos
Fotos: Javier Rosa.
"Jazz is the folk music of the machine age"
- Paul Whiteman.
El Teatro Darymelia contempló una ecléctica clausura del VIII Festival Internacional de Jazz de Jaén. Regina Carter completaba un cartel de actuaciones en las que la diversidad ha sido la característica más destacable.
Regina Carter, una violinista de Detroit con muy variadas influencias que van desde la música hindú a la clásica, que ha compartido escenario durante su aún corta carrera con artistas tan alejados del jazz como Billy Joel o Dolly Parton, y que ha tenido el enorme placer de acompañar a grandes del jazz como Wynton Marsalis o Kenny Barron, trajo hasta Jaén lo mejor de sus "Ritmos del Corazón".
El tema que abrió el concierto, "For Someone I Love", de Milt Jackson, dejó entrever que el de Regina Carter no iba a ser un concierto de jazz al uso. "For Someone I Love" resultó ser un danzón cubano (el equivalente caribeño a un tango) en el que la violinista mostró su destreza con el pizzicato y el trémolo. El Darymelia comenzaba a recibir, ya desde el primer momento, la descarga de vitalidad y diversión de la joven norteamericana.
"Don't Explain", segundo tema de la noche, sirvió para el lucimiento de la violinista y, de paso, para que el resto de los músicos cambiaran en camerinos una de las cuerdas del contrabajo de Chris Lightcap. La sensual y triste voz de Billie Holiday parecía escapar de un violín que, a dúo con el piano de Werner Gierg, alcanzó momentos de gran belleza. Solos de agudísimas notas y melodías que se acercaban a los patrones de la música clásica pusieron de relieve la depurada técnica de Regina.
El viejo standard de Gershwin, "Oh Lady, Be Good", dejó parte del protagonismo a Werner Gierg, quien, magistralmente apoyado por el nada ortodoxo pero eficaz batería Alverster Garnett, realizó uno de los mejores solos de piano que se han podido escuchar durante la octava edición del Festival.
Con "Mandingo Street", de Richard Bona, el concierto tomó su cauce más étnico. En la intro del tema, los cinco músicos convirtieron el Darymelia en un figurado bosque. Alverster Garnett buscaba sonoridades en los herrajes de su batería y sacudía las escobillas imitando el vuelo de un insecto mientras que a Mayte Casales le faltaban manos con las que hacer sonar tanta percusión. Ya metidos en faena, el violín desencadenó un coro a cuatro voces, claramente influenciado por la música tradicional india, que, lenta y cadenciosamente, creaba una melodía marcada por un atronador djembe.
Pero lo más sonado de la noche llegó justo al final. Regina Carter y su grupo se embarcaron en una travesía a Cuba para traernos "Mojito".
Animada por el rollo festivo que a todo concierto, sea del estilo que sea, otorga un -en este caso una- percusionista de origen cubano,
Regina animó al público a cantar y entonó unos breves compases del "Manisero" antes de dejar su violín en el suelo y ponerse a bailar, de una forma algo patosa. Werner Gierg, sin pensárselo dos veces, se despojó de la chaqueta y se marcó unos pasos con la violinista, recibiendo por ello la mayor ovación de la noche.
Una ovación que obligó a los músicos a salir a saludar y dejó a esta octava edición del Festival Internacional de Jazz de Jaén con un buen sabor de boca.
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