ARTISTAS, GRUPOS...:
Joe Lovano | Salvatore Bonafede | Peter Slavov | Jordi Rossy
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SALAS, FESTIVALES...:
Festival de Jazz de Granada | Teatro Isabel la Católica
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Lovano es como los Mercedes de gasoil antiguos, que no corren mucho pero son infalibles y jamás se paran.
Tras el huracán Shorter del viernes, el saxofonista italoamericano JOE LOVANO trajo al Festival de Jazz de Granada dos horas de sensatez y fiabilidad a este lado de la raya del fin del mundo. Lovano es como los Mercedes de gasoil antiguos, que no corren mucho pero son infalibles y jamás se paran. A estas alturas este gigante no tiene necesidad de epatar (que podría, lo ha hecho) o acelerar (que puede) y prefiere dar unos conciertos que son toda una garantía de jazz excepcional, entendiendo como jazz lo que el común de los mortales imaginan cuando suena esa palabra.
Visto en alguna ocasión más, lo que no es mucho dada la sociabilidad casi patológica de personaje, amigo y colaborador de todos (así se explica que su saxo se escuche en más ya de doscientos discos) y músico de feliz promiscuidad que acepta toda compañía, en esta ocasión llegó con el bautizado como EUROPA QUARTET. Banda cuyo argumento en común, como aquellas bandas de blues de los primeros festivales, todos de Chicago, es el origen en el viejo mundo de los implicados: Jordi Rossy de por aquí, Salvatore Bonafede procedente de Italia y el controvertido (corre por Internet el equívoco sobre su, obviamente erróneo, fallecimiento) bajista nórdico Peter Slavov. Cuarteto con trato de alumno y respetuosa reverencia hacia el maestro.
Lovano es todo un señor del jazz. Un Don apacible con aspecto y bonhomía de patriarca. Tocando con señorío y elegancia ese tenor orondo y hermoso propio de los grandes del ramo, desde Hawkins y Ben Webster a Sonny Rollins o Dexter Gordon y demás titánicos tenoristas clásicos. Para una pieza cogió la flauta y en otra el simpático tarogato, pero fue con el saxo con el que estuvo toda la noche, que comenzó con material suyo propio, según anunció, partitura variada y no siempre tan conformista como se le presupone, que sirvió para que exhibiera prácticamente todos los perfiles de la historia del instrumento en el jazz. Más tarde, completada la faena personal con un desarmante 'Viva Caruso', enfiló el final añadiendo homenajes a sus mayores. Que ser agradecido es de buen nacido, y la familia, ya se sabe, es lo primero.
Lovano se encontró muy cómodo con este grupo y en este festival, sacando de sí mismo lo mejor, que es mucho: la fogosidad de los jóvenes saxofonistas, la fantasía de los más arriesgados, la elegancia de los tenoristas de etiqueta... un todo en uno bien secundado por su equipo: un muy detallista Rossy, el swing de Conservatorio del siciliano, y la seriedad introspectiva que se le supone a todo muerto/vivo como Slavov.
Y fue en ese final, de fiesta sí señor, en el que uno no quería irse y los otros tampoco que se fuera, donde Lovano tocó como los mismísimos ángeles un material perfecto para él: con 'Lonely Woman' de Ornette Coleman comenzó la exhibición, que siguió con el estupendo 'Spiritual' de Coltrane o ese 'Lover man' donde se detuvieron hasta los corazones para no interrumpir; Parker tuvo su 'Barbados', dejando para el final un monkiano 'Four in One' cargado de citas como un racimo lo es de uvas. En resumen, un concierto asequible y empático, con un plus de sensibilidad por un lado y de pimienta, la justa, por el otro. Si el de la noche anterior, visto por primera vez, pudiera generar alergia al jazz de por vida, el de Lovano, en cambio, crea y alimenta felices vocaciones.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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